16-11-2015, 13:51
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 16-11-2015, 18:08 por DE-ZETA-TE.)
Tenía que escribir este dezeta.
Siendo madrileño, y habiendo vivído en directo aquella mañana trágica de hace 11 años, no puedo estar más cerca del sobrecogedor miedo, profundo horror, lacerante angustia, inconsolable tristeza e hirviente ira de los parisinos. Fueran quienes fuesen los responsables; islamistas, la ETA a través de ellos, o váyase a saber quienes...
No quiero entrar en cierto tipo de debates, ni en un sentido ni en otro. Tengo mi propia opinión y a continuación la expreso. Este problema viene de muy lejos. Y en Occidente tenemos mucha responsabilidad en él.
Viene de una mala solución al problema de los refugiados judíos, fruto del enorme cargo de conciencia por el Holocausto: básicamente se pisoteó a un pueblo para darle un hogar a otro. Y aún hoy hierve el conflicto y el odio visceral, dando excusas a los unos y a los otros, tras décadas de guerras y terribles matanzas. La seguridad de Israel, siendo deseable y necesaria, no puede seguir siendo excusa para que los fanáticos sionistas (que lo son tanto como los del bando contrario) sigan incumpliendo las resoluciones de la ONU, sigan alimentando un pozo profundo de venganza e ira, del que tarde o temprano serán víctimas. Pero no sólo ellos. Tan necesaria y justa es la existencia de Israel como la de Palestina. O ambas perecerán.
Porque si el bloque soviético alentó y apoyó a crueles dictaduras baazistas, buscando áreas de influencia en zonas tan sensibles y estratégicas, control del petroleo y el gas, salida a mares cálidos para sus flotas, igual de peor lo hemos hecho nosotros. A nuestros errores y flaquezas, a nuestras muchas culpas y responsabilidades, me referiré a continuación.
Pusimos en el poder, sostuvimos y sostenemos a tan crueles y perniciosas monarquías en el Golfo, que son tan extremistas como los yihadistas a los que financian bajo cuerda, por contrarrestar la influencia soviética en la zona (ahora rusa y china). Y así controlar los accesos al Canal de Suez y, sobre todo, seguir obteniendo hidrocarburos "baratos". Al menos para EE.UU., que así conservó sus reservas estratégicas, mientras Europa quedaba a merced de las sucesivas crisis energéticas, y atada con correa corta. Ahora, mientras los "salafistas de guante blanco" de Kuwait, Rhiad, Manama, Abu Dhabi, Omán y Muscat, nadan en la abundancia esclavizando emigrantes filipinos, pakistaníes y bangladeshíes, con la mano derecha nos dan palmadas en la espalda, y con la izquierda arman a quienes nos asesinan. Y seguimos llamándoles amigos.
Financiamos y sostuvimos los inicios del yihadismo en Afganistán, para que los muyahidines dieran de ostias a los rusos. Y una vez vencidos éstos abandonamos a su suerte a ese estado fallido, sumido en una guerra civil entre Señores de la Guerra y Talibanes. Dejamos que estos últimos esclavizaran a toda la nación. Y sólo intervinimos por supuesta venganza, tras el 11S... Tras perder al final esta guerra, tal como se perdió la de Vietnam, de nuevo los hemos dejado abandonados a su suerte... Nunca olvidemos que Osama Bin Laden pertenecía a una de las familias más ricas e influyentes de Arabia Saudí, de la que los Bush y allegados eran representantes en EE.UU. Y empleados. Fué agente de la CIA y combatió codo con codo con ellos en Afganistán. Y que sólo ante la "terrible ofensa" que le supuso que los Nuevos Cruzados pisaran el Sacrosanto Suelo Saudí, para liberar Kuwait e invadir el sur de Irak, en 1991 y 92, decidió tornar su "amistad" en odio. Un odio negro, profundo, insondable. Al-Qaeda nació allí, en aquellas montañas refugio de los muyahidines aliados de los norteamericanos. Nunca olvidemos eso.
Armamos hasta los dientes, quitándole el sitio a los rusos, al asesino de masas Sadam Hussein, de origen suní. Para que en aquella monstruosa y olvidada Guerra Irán - Irak se diera de ostias con los clérigos chiíes persas. Otros fundamentalistas que habían destronado al infame Sha, aliado de los norteamericanos, y que les habían dado un corte de mangas y tomado como rehenes a los integrantes de su embajada en Teheran. Cuando con el devenir de los años, sintiéndose traicionado, abandonado, y arruinado por los gastos de la guerra, Sadam tomó su parte del pastel por su cuenta, invadiendo Kuwait, comenzó verdaderamente la cadena de los últimos e imperdonables errores (y malvadas decisiones), que nos han llevado al actual estado de cosas...
Aquella Guerra del Golfo fué el detonante de todo; desde suelo sagrado musulman aplastamos a Irak. Pero dejamos escapar vivo al criminal Sadam, por inconfesables razones, y no rematando la faena le pegamos una patada definitiva al avispero. Se creyó que no era necesario ni deseable apartarlo del poder en Irak, pues mantendría unido dicho país artificial bajo la bota del terror. Y se le necesitaba como contrapeso a Siria e Irán. Poco se ganó, salvo el odio de todos.
Se alentó con aquello a Osama, con las funestas consecuencias de todos conocidas (y eso que tengo muchas dudas sobre la verdadera autoría y objetivos del 11S). No poco menos pesó el dejar a Israel seguir cometiendo desmanes sin freno en Palestina y sur del Líbano, durante 2 décadas más, con la justificación de su seguridad. Poco a poco, ofensa a ofensa (imaginada o real) le fuímos dando alas al odio visceral de pueblos enteros, con la versión más fanatizada, excluyente, violenta y peligrosa del Islam como pegamento aglutinador; desde Gaza hasta Nigeria, desde Niger hasta Indonesia. Un serio aviso de lo que se avecinaba fué lo sucedido en Mogadiscio en 1993, cuando echaron a patadas a los americanos y al resto de fuerzas de paz de la ONU... Y aquellos guerrilleros, siendo somalíes musulmanes, no eran ni de lejos los locos de ahora...
Y llegó el 11S. Y sus terribles consecuencias en 2003. Bush hijo superó a Bush padre en hipocresía, estupidez e imprevisión. Sólo con el petroleo y los negocios de posguerra en la mente se inventaron las inexistentes armas de destrucción masiva del ex-aliado iraquí. Arrastraron a quienes se dejaron arrastrar a una guerra qué, siendo la continuación de la que debieron dejar vencida 11 años antes, esta vez ni tenía motivo, ni excusa, ni estaba avalada por la comunidad internacional. Aplastaron a Sadam. Pero con él destruyeron lo que mantenía aquel conglomerado unido. Lamentablemente, pues era un asesino, lo que mantenía a unos asesinos incluso peores que él, sujetos y maniatados. La segunda guerra de Irak, la funesta y terrible guerra civil que la ha seguido, y que dura ya 12 años, De nuevo los hemos dejado abandonados a su suerte, en manos de facciones y con manos libres para los fanáticos. Y todo ¿para qué? Norteamérica se ha tenido que ir, de nuevo como en Vietnam y Afganistán, con el rabo entre las piernas. Y allí ha dejado otro problemón, otro lugar donde fermenta el odio y la venganza contra Occidente. Ahora le interesa más China. Quizás tiene razón...
El remate ha sido la llamada Primavera Árabe; maravillosa la rebelión por la libertad. Nefasta la respuesta de Occidente. En vez de apoyarla con fuerza, ayudando a las naciones que se han rebelado contra el fanatismo, la ignorancia, la dictadura y la represión, nos hemos quedado en las palabras y los gestos. Ni dinero, ni sostén ni nada más que buenas palabras. Más valía haber dejado a El Hassad y Gadaffi en el poder. Le han echado esos pueblos huevos y arrestos. Y les hemos dejado abandonados a su suerte, de nuevo, y a merced de facciones enfrentadas, mafias y radicales de todo pelo. Malvados que de la descomposición de sus Estados han sacado máxima tajada... Libia, Siria, casi Túnez... Y Egipto. Qué miedo me dá que Egipto se radicalice y caiga en manos de los yihadistas. O Turquía, que es de la OTAN y está enfrentadísima con Grecia. Somos cobardes. Somos hipócritas. Tenemos lo que nos merecemos, por miopes, laxos, cómodos y distantes. Pensábamos que no era nuestro problema. Y es el problema de todos. De todos. Y encima no podemos mover un dedo en Siria, porque Rusia está hasta los cojones de que pisoteemos sus intereses para, al final, nada. Para dejarlos colgados, destruidos, inanes y abandonados a su suerte. Suerte que al final es la de todos.
Ya lo ha dicho Hollande. Y lo ha secundado su rival político, Sarkozy, porque es la cruda realidad. Hay que contar con Putin. Y con China. Y hacerlo en serio. No sea que de la necesaria y urgente intervención en Siria, pero también y de nuevo en Libia, Irak y Afganistán, saquemos en vez del aplastamiento de ISIS y el ISIL la Tercera Guerra Mundial. Eso es lo que nos jugamos, además de una ola de atentados salvajes como el mundo no ha conocido.
Y, mientras todo esto sucedió, y para sostener un crecimiento económico desaforado y en beneficio de sólo unos pocos, durante todo este tiempo dejamos existir, y alentamos, el comercio ilegal de inmigrantes en manos de las mafias norteafricanas con destino a Europa.
Ojo no se me malinterprete. Sean todos bienvenidos, los que vengan a trabajar y mejorar sus vidas, porque son necesarios y antes que ellos los inmigrantes fuímos nosotros. Sobre todo las víctimas de tantos conflictos en los que tanta responsabilidad tenemos. Pues si vergonzoso es todo lo anterior lo de la crisis de los refugiados, el cómo la estamos manejando, es otra vergüenza profunda, sonrojante, imperdonable; el Mediterráneo ya no es el Marenostrum. Es un Mausoleum. Su fondo está alfombrado con los cadáveres de las víctimas de tanta bajeza, de tanta corteza de miras.
Pero no hemos sido inteligentes: ni mucho menos a todos los tratamos bien en todos sitios, ni todos se integraron en nuestras supuestas sociedades igualitarias y democráticas; difícil y peligroso que en un escenario de crisis económica brutal se sientan marginados y extraños, humillados por Occidente, dentro y fuera de las naciones que les acogieron. Si en las zonas en conflicto se han criado monstruos, en nuestros barrios y zonas marginales están amamantándose auténticos diablos. Y nos conocen de primera mano.
La falta de valores, de perspectivas, de referentes verdaderos que hagan abominar de todo aquello que no sea la libertad y la tolerancia, no ayudan. ¿Qué lecciones podemos darles, en estas nuestras sociedades corruptas, acomodadas, injustas, sin futuro ni perspectivas más que para unos pocos privilegiados? ¿No nos damos cuenta qué, incluso hijos nuestros que no tienen raíces musulmanas, se han contaminado?
¿Y de la inevitable reacción, qué podemos esperarnos? ¿Qué va a suceder cuando al odio se le pague con odio, en los ghettos del extrarradio parisino, en los del Berlin inmaculado, en el Barrio del Príncipe, en Ascao, en Terrassa o Sabadell... en toda Europa? Porque a cada nuevo ataque islamista seguirá un nuevo escalón de nuestra propia y temible radicalidad, extremismo y fascismo más odioso y dañino. ¿Alguien duda a estas alturas de quién va a ser la próxima máxima autoridad francesa? Las consecuencias a medio plazo pueden ser terribles. Más terroríficas aún que nada de lo que ya hemos visto, pues basta recordar el siglo pasado para ver a qué extremos lleva el odio irracional y ciego, la sed de venganza y la ira.
Nos horrorizamos por lo sucedido en París. Y hacemos bien en horrorizarnos, porque más temprano que tarde nos golpearan a nosotros. A todo Occidente. Como llevan años golpeando a esas pobres naciones, a la mayoría de sus inocentes gentes, pues esto ha sido y es el pan nuestro de cada día en Irak, en Libia, por supuesto en Siria. Nos golpearán de la misma y terrible forma que lo hicieron aquel nefasto 11 de Marzo. Y lo peor puede ser la reacción. Como ya he dicho antes: la ira puede ser más terrible que el crimen que la detona, si acompaña a la venganza.
Le dimos muchísimas patadas a muchísimos avisperos en el pasado. Ahora ya no nos vá a valer con usar humo para adormecer a las avispas. Vamos a tener que tirar de soplete y lanzallamas. Bien podemos quemarnos nosotros mismos en el proceso. Y si tenemos que llegar a ese extremo lo terrible es que no deberemos, no podremos, dejar un sólo avispero en pié. Debimos pensarlo antes. Ahora hablarán las armas, me temo.
Porque esto debió arreglarse, evitarse y prevenirse mucho tiempo atrás. Con diálogo, con colaboración, con generosidad, con respeto y responsabilidad, pero sobre todo con Igualdad, Fraternidad y Libertad. Y siendo lo más necesario ahora quizás ya no sea suficiente. Nos esperan tiempos muy difíciles.
Descansen en Paz. Ojalá todo se arregle sin más violencia ni más muertes.
P.D.: admirable la reacción de las autoridades francesas, haciendo piña. Ya me gustaría a mí que aquí pasara lo mismo...
Siendo madrileño, y habiendo vivído en directo aquella mañana trágica de hace 11 años, no puedo estar más cerca del sobrecogedor miedo, profundo horror, lacerante angustia, inconsolable tristeza e hirviente ira de los parisinos. Fueran quienes fuesen los responsables; islamistas, la ETA a través de ellos, o váyase a saber quienes...
No quiero entrar en cierto tipo de debates, ni en un sentido ni en otro. Tengo mi propia opinión y a continuación la expreso. Este problema viene de muy lejos. Y en Occidente tenemos mucha responsabilidad en él.
Viene de una mala solución al problema de los refugiados judíos, fruto del enorme cargo de conciencia por el Holocausto: básicamente se pisoteó a un pueblo para darle un hogar a otro. Y aún hoy hierve el conflicto y el odio visceral, dando excusas a los unos y a los otros, tras décadas de guerras y terribles matanzas. La seguridad de Israel, siendo deseable y necesaria, no puede seguir siendo excusa para que los fanáticos sionistas (que lo son tanto como los del bando contrario) sigan incumpliendo las resoluciones de la ONU, sigan alimentando un pozo profundo de venganza e ira, del que tarde o temprano serán víctimas. Pero no sólo ellos. Tan necesaria y justa es la existencia de Israel como la de Palestina. O ambas perecerán.
Porque si el bloque soviético alentó y apoyó a crueles dictaduras baazistas, buscando áreas de influencia en zonas tan sensibles y estratégicas, control del petroleo y el gas, salida a mares cálidos para sus flotas, igual de peor lo hemos hecho nosotros. A nuestros errores y flaquezas, a nuestras muchas culpas y responsabilidades, me referiré a continuación.
Pusimos en el poder, sostuvimos y sostenemos a tan crueles y perniciosas monarquías en el Golfo, que son tan extremistas como los yihadistas a los que financian bajo cuerda, por contrarrestar la influencia soviética en la zona (ahora rusa y china). Y así controlar los accesos al Canal de Suez y, sobre todo, seguir obteniendo hidrocarburos "baratos". Al menos para EE.UU., que así conservó sus reservas estratégicas, mientras Europa quedaba a merced de las sucesivas crisis energéticas, y atada con correa corta. Ahora, mientras los "salafistas de guante blanco" de Kuwait, Rhiad, Manama, Abu Dhabi, Omán y Muscat, nadan en la abundancia esclavizando emigrantes filipinos, pakistaníes y bangladeshíes, con la mano derecha nos dan palmadas en la espalda, y con la izquierda arman a quienes nos asesinan. Y seguimos llamándoles amigos.
Financiamos y sostuvimos los inicios del yihadismo en Afganistán, para que los muyahidines dieran de ostias a los rusos. Y una vez vencidos éstos abandonamos a su suerte a ese estado fallido, sumido en una guerra civil entre Señores de la Guerra y Talibanes. Dejamos que estos últimos esclavizaran a toda la nación. Y sólo intervinimos por supuesta venganza, tras el 11S... Tras perder al final esta guerra, tal como se perdió la de Vietnam, de nuevo los hemos dejado abandonados a su suerte... Nunca olvidemos que Osama Bin Laden pertenecía a una de las familias más ricas e influyentes de Arabia Saudí, de la que los Bush y allegados eran representantes en EE.UU. Y empleados. Fué agente de la CIA y combatió codo con codo con ellos en Afganistán. Y que sólo ante la "terrible ofensa" que le supuso que los Nuevos Cruzados pisaran el Sacrosanto Suelo Saudí, para liberar Kuwait e invadir el sur de Irak, en 1991 y 92, decidió tornar su "amistad" en odio. Un odio negro, profundo, insondable. Al-Qaeda nació allí, en aquellas montañas refugio de los muyahidines aliados de los norteamericanos. Nunca olvidemos eso.
Armamos hasta los dientes, quitándole el sitio a los rusos, al asesino de masas Sadam Hussein, de origen suní. Para que en aquella monstruosa y olvidada Guerra Irán - Irak se diera de ostias con los clérigos chiíes persas. Otros fundamentalistas que habían destronado al infame Sha, aliado de los norteamericanos, y que les habían dado un corte de mangas y tomado como rehenes a los integrantes de su embajada en Teheran. Cuando con el devenir de los años, sintiéndose traicionado, abandonado, y arruinado por los gastos de la guerra, Sadam tomó su parte del pastel por su cuenta, invadiendo Kuwait, comenzó verdaderamente la cadena de los últimos e imperdonables errores (y malvadas decisiones), que nos han llevado al actual estado de cosas...
Aquella Guerra del Golfo fué el detonante de todo; desde suelo sagrado musulman aplastamos a Irak. Pero dejamos escapar vivo al criminal Sadam, por inconfesables razones, y no rematando la faena le pegamos una patada definitiva al avispero. Se creyó que no era necesario ni deseable apartarlo del poder en Irak, pues mantendría unido dicho país artificial bajo la bota del terror. Y se le necesitaba como contrapeso a Siria e Irán. Poco se ganó, salvo el odio de todos.
Se alentó con aquello a Osama, con las funestas consecuencias de todos conocidas (y eso que tengo muchas dudas sobre la verdadera autoría y objetivos del 11S). No poco menos pesó el dejar a Israel seguir cometiendo desmanes sin freno en Palestina y sur del Líbano, durante 2 décadas más, con la justificación de su seguridad. Poco a poco, ofensa a ofensa (imaginada o real) le fuímos dando alas al odio visceral de pueblos enteros, con la versión más fanatizada, excluyente, violenta y peligrosa del Islam como pegamento aglutinador; desde Gaza hasta Nigeria, desde Niger hasta Indonesia. Un serio aviso de lo que se avecinaba fué lo sucedido en Mogadiscio en 1993, cuando echaron a patadas a los americanos y al resto de fuerzas de paz de la ONU... Y aquellos guerrilleros, siendo somalíes musulmanes, no eran ni de lejos los locos de ahora...
Y llegó el 11S. Y sus terribles consecuencias en 2003. Bush hijo superó a Bush padre en hipocresía, estupidez e imprevisión. Sólo con el petroleo y los negocios de posguerra en la mente se inventaron las inexistentes armas de destrucción masiva del ex-aliado iraquí. Arrastraron a quienes se dejaron arrastrar a una guerra qué, siendo la continuación de la que debieron dejar vencida 11 años antes, esta vez ni tenía motivo, ni excusa, ni estaba avalada por la comunidad internacional. Aplastaron a Sadam. Pero con él destruyeron lo que mantenía aquel conglomerado unido. Lamentablemente, pues era un asesino, lo que mantenía a unos asesinos incluso peores que él, sujetos y maniatados. La segunda guerra de Irak, la funesta y terrible guerra civil que la ha seguido, y que dura ya 12 años, De nuevo los hemos dejado abandonados a su suerte, en manos de facciones y con manos libres para los fanáticos. Y todo ¿para qué? Norteamérica se ha tenido que ir, de nuevo como en Vietnam y Afganistán, con el rabo entre las piernas. Y allí ha dejado otro problemón, otro lugar donde fermenta el odio y la venganza contra Occidente. Ahora le interesa más China. Quizás tiene razón...
El remate ha sido la llamada Primavera Árabe; maravillosa la rebelión por la libertad. Nefasta la respuesta de Occidente. En vez de apoyarla con fuerza, ayudando a las naciones que se han rebelado contra el fanatismo, la ignorancia, la dictadura y la represión, nos hemos quedado en las palabras y los gestos. Ni dinero, ni sostén ni nada más que buenas palabras. Más valía haber dejado a El Hassad y Gadaffi en el poder. Le han echado esos pueblos huevos y arrestos. Y les hemos dejado abandonados a su suerte, de nuevo, y a merced de facciones enfrentadas, mafias y radicales de todo pelo. Malvados que de la descomposición de sus Estados han sacado máxima tajada... Libia, Siria, casi Túnez... Y Egipto. Qué miedo me dá que Egipto se radicalice y caiga en manos de los yihadistas. O Turquía, que es de la OTAN y está enfrentadísima con Grecia. Somos cobardes. Somos hipócritas. Tenemos lo que nos merecemos, por miopes, laxos, cómodos y distantes. Pensábamos que no era nuestro problema. Y es el problema de todos. De todos. Y encima no podemos mover un dedo en Siria, porque Rusia está hasta los cojones de que pisoteemos sus intereses para, al final, nada. Para dejarlos colgados, destruidos, inanes y abandonados a su suerte. Suerte que al final es la de todos.
Ya lo ha dicho Hollande. Y lo ha secundado su rival político, Sarkozy, porque es la cruda realidad. Hay que contar con Putin. Y con China. Y hacerlo en serio. No sea que de la necesaria y urgente intervención en Siria, pero también y de nuevo en Libia, Irak y Afganistán, saquemos en vez del aplastamiento de ISIS y el ISIL la Tercera Guerra Mundial. Eso es lo que nos jugamos, además de una ola de atentados salvajes como el mundo no ha conocido.
Y, mientras todo esto sucedió, y para sostener un crecimiento económico desaforado y en beneficio de sólo unos pocos, durante todo este tiempo dejamos existir, y alentamos, el comercio ilegal de inmigrantes en manos de las mafias norteafricanas con destino a Europa.
Ojo no se me malinterprete. Sean todos bienvenidos, los que vengan a trabajar y mejorar sus vidas, porque son necesarios y antes que ellos los inmigrantes fuímos nosotros. Sobre todo las víctimas de tantos conflictos en los que tanta responsabilidad tenemos. Pues si vergonzoso es todo lo anterior lo de la crisis de los refugiados, el cómo la estamos manejando, es otra vergüenza profunda, sonrojante, imperdonable; el Mediterráneo ya no es el Marenostrum. Es un Mausoleum. Su fondo está alfombrado con los cadáveres de las víctimas de tanta bajeza, de tanta corteza de miras.
Pero no hemos sido inteligentes: ni mucho menos a todos los tratamos bien en todos sitios, ni todos se integraron en nuestras supuestas sociedades igualitarias y democráticas; difícil y peligroso que en un escenario de crisis económica brutal se sientan marginados y extraños, humillados por Occidente, dentro y fuera de las naciones que les acogieron. Si en las zonas en conflicto se han criado monstruos, en nuestros barrios y zonas marginales están amamantándose auténticos diablos. Y nos conocen de primera mano.
La falta de valores, de perspectivas, de referentes verdaderos que hagan abominar de todo aquello que no sea la libertad y la tolerancia, no ayudan. ¿Qué lecciones podemos darles, en estas nuestras sociedades corruptas, acomodadas, injustas, sin futuro ni perspectivas más que para unos pocos privilegiados? ¿No nos damos cuenta qué, incluso hijos nuestros que no tienen raíces musulmanas, se han contaminado?
¿Y de la inevitable reacción, qué podemos esperarnos? ¿Qué va a suceder cuando al odio se le pague con odio, en los ghettos del extrarradio parisino, en los del Berlin inmaculado, en el Barrio del Príncipe, en Ascao, en Terrassa o Sabadell... en toda Europa? Porque a cada nuevo ataque islamista seguirá un nuevo escalón de nuestra propia y temible radicalidad, extremismo y fascismo más odioso y dañino. ¿Alguien duda a estas alturas de quién va a ser la próxima máxima autoridad francesa? Las consecuencias a medio plazo pueden ser terribles. Más terroríficas aún que nada de lo que ya hemos visto, pues basta recordar el siglo pasado para ver a qué extremos lleva el odio irracional y ciego, la sed de venganza y la ira.
Nos horrorizamos por lo sucedido en París. Y hacemos bien en horrorizarnos, porque más temprano que tarde nos golpearan a nosotros. A todo Occidente. Como llevan años golpeando a esas pobres naciones, a la mayoría de sus inocentes gentes, pues esto ha sido y es el pan nuestro de cada día en Irak, en Libia, por supuesto en Siria. Nos golpearán de la misma y terrible forma que lo hicieron aquel nefasto 11 de Marzo. Y lo peor puede ser la reacción. Como ya he dicho antes: la ira puede ser más terrible que el crimen que la detona, si acompaña a la venganza.
Le dimos muchísimas patadas a muchísimos avisperos en el pasado. Ahora ya no nos vá a valer con usar humo para adormecer a las avispas. Vamos a tener que tirar de soplete y lanzallamas. Bien podemos quemarnos nosotros mismos en el proceso. Y si tenemos que llegar a ese extremo lo terrible es que no deberemos, no podremos, dejar un sólo avispero en pié. Debimos pensarlo antes. Ahora hablarán las armas, me temo.
Porque esto debió arreglarse, evitarse y prevenirse mucho tiempo atrás. Con diálogo, con colaboración, con generosidad, con respeto y responsabilidad, pero sobre todo con Igualdad, Fraternidad y Libertad. Y siendo lo más necesario ahora quizás ya no sea suficiente. Nos esperan tiempos muy difíciles.
Descansen en Paz. Ojalá todo se arregle sin más violencia ni más muertes.
P.D.: admirable la reacción de las autoridades francesas, haciendo piña. Ya me gustaría a mí que aquí pasara lo mismo...