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Safety-BAR
gud morning

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ES EL COMUNISMO, AMIGO

Por si aún no te has dado cuenta, amigo, esto que estás viviendo es el comunismo*. Desde hace algo más de dos semanas, vivimos en un sistema comunista caracterizado por ser el Estado el que se hace absolutamente responsable de todo lo esencial. Cuando nuestro sacrosanto liberalismo se ve sin respuestas, el Estado se comuniza, se hace comunitario, es el Estado quien toma las riendas de la higiene y la salud pública, de la educación, de la seguridad y las necesidades básicas de los ciudadanos. El tan aclamado liberalismo, que se basa en el individualismo, no nos vale para encarar problemas como el que tenemos en lo alto, porque nuestro querido liberalismo, el tan maravilloso y aclamado liberalismo económico, tiende a proclamar que cada palo aguante su vara y que, siendo cada vecino soberano de sí y en sí mismo, es también el absoluto responsable de todo cuanto le pasa, de manera que todo queda reducido al cash de cada cual. El liberalismo es el colmo de la eficacia, salvo, ay, en las amenazas verdaderas y colectivas. Cuando hay una riada y se lleva media ciudad, el liberalismo se lava las manos; cuando a un volcán le da por vociferar, el liberalismo no está ni se le espera, cuando nos asola una pandemia, cuando una ría se llena de chapapote o cuando ocurre un desastre grave y real, el liberalismo deja que sea el maldito papá Estado quien le saque las castañas del fuego. Cuando algo de esto sucede, todo lo más que se le pasa por las miente del liberalismo, es adoptar un papel caritativo. No preocuparse, que aquí está Superman o Amancio Ortega, el uno salvando vidas con su capa y el otro regalándonos medio millón de mascarillas. Hasta el lerdo de Trump, el epítome del liberalismo, tiene que acudir al denostado Estado para solucionar el gran cisco que en estos días tiene en lo alto. Y es que, a las malas, todos nos amparamos en el comunismo, en lo común, en lo de todos. Es en estos momentos en los que asistimos a la impotencia del liberalismo para dar una solución a un problema de gravedad colectiva, cuando por fin nos damos cuenta de que el comunismo no sólo es posible, sino que acaso sea irremediable, dadas las impredecibles amenazas naturales que sin duda se nos vienen encima, curiosamente por los excesos y la voracidad del liberalismo. Hoy nos percatamos de que la única muralla que tenemos ante un cataclismo universal, ante la crisis colectiva o ante la reacción de la naturaleza frente al hombre es el Estado. Quien ahora se va a endeudar, amigo, no es Inditex ni Coca-cola, no el Banco Santander, Repsol o Mac Donalds, sino el maléfico Estado; quien te compra las mascarillas no son los Hilton del mundo, no los Mercadonas del universo, sino el impuestito de los Garcías de tu barrio y los Martínez, Esteves, Larsen o Smith del mío. Cuando a algún iluminado se le ocurre bajar los impuestos, nos está condenando al resto de paisanos, como nos ha condenado en estos días aciagos los recortes en lo común, en la sanidad y en tesorería. Aquéllos que trataron de liberalizar la sanidad, aquéllos que nos empujaban a suscribir seguros médicos o poner nuestro dinero en esos seguros y en esos hospitales que ahora se lavan las manos, no eran comunistas, amigos, sino impecables y maravillosos liberales a quienes hoy, ahora, no le salen las cuentas y se alejan silbando camino adelante, con su puestita de sol tan mona, como en los finales del Western. Esto que vives, es el comunismo, amigo, y menos mal que, aún depauperadas las arcas y los activos sociales y comunitarios, los alabados liberales aún no se habían atrevido a derribar la estructura colectiva, la cosa comunal, el sistema de ayuda mutua, es decir, el Estado al que algunos -otros optaron por el escaqueo fiscal- hemos pagado nuestros impuestos con satisfacción, porque pensábamos que siempre es mejor una olla común, una alcancía familiar, aun con problemas, que millones de ollitas aisladas que en unas duras como éstas hubieran mandado a los infiernos a más de la mitad de la población, a unos por fallecidos y a otros por la ruina económica. Comunismo, chicos, lo dicho comunismo.

* Pero cuando uno quiere hablar de comunismo en estas lides, lo primero que ha de hacer es alejarse del tufillo macabro de Stalin, Hoxha, Ciaucescu y compañía. Ellos fueron comunistas y fueron unos hijos de **** de tomo y lomo. Aclarada la cuestión -espero que al lector le quede claro el afecto que le tengo a estos monstruos y no dé la vara con estas cuestiones ya admitidas-, deberíamos decir la que crueldad no es una cuestión exclusiva del comunismo, como tampoco lo es la del cristianismo o el neocolonialismo. Si contabilizáramos los muertos de la monarquía, sólo en el siglo XX tendríamos que concluir que la monarquía es un sistema cruel. Todos los muertos de la Gran Guerra, los muertos de Japón y China en la Segunda Guerra y todos los muertos de, por poner un solo caso, Leopoldo II, que goza de portentosas estatuas en Bruselas, superan con mucho los del comunismo y son computables a la monarquía, como los gulags y los progromos son computables al comunismo. Visto desde este punto de vista, también la democracia liberal, nuestra sacrosanta democracia, no está exenta de crueldad y ahí tenemos a Vietnam, Corea, Irak, y todos los conflictos sangrientos desde que el liberalismo existe. Del papel del cristianismo en América del Sur y del Centro no hablamos y menos aún del protestantismo de América del Norte, que dejó sin nativos un continente entero; tampoco hablamos del talante de las tiranías liberales, como el fascismo, el nazismo, el franquismo o el salazarismo, que ocasionaron bastante más muertes que el comunismo, como no se ignora. Ni del colonialismo o del neocolonialismo que causó y sigue causando tanto dolor, tanta desigualdad y tanta muerte, desde Annual, Angola, Zaire, Sudáfrica, hasta las últimísimas exterminaciones de Ruanda, Sierra Leona, Congo, Somalia o Liberia. El problema, amigo, no está, en el factor comunismo en sí, sino en quiénes detentan el poder, ya sea Stalin, Franco, Hoxha, Idi Amín, Hassan II, Somoza, Trujillo, Nixon, Stroessner, Netanyahu o Salman bin Abdulaziz. Todos estos nombres -pero la nómina sería casi infinita- responden a un ideario político distinto, pero TODOS tienen en común lo mismo: su absoluto desprecio por el alma humana, su repugnancia por las ideas del contrario, su apego suicida y exterminador al poder y a todos sus imaginarios. Lo común a todos ellos no es su respuesta política o económica a las necesidades del ser humano -como se nos quiere hacer creer-, sino su incapacidad para admitir el pensamiento ajeno, la adicción al poder, eso que hace, sin ir más lejos, que en estos días el rey -el de aquí- haya excomulgado a su padre por algo que él sabía al menos -al menos- hace un año y que nos ha querido colar en la peor crisis humanitaria que ha vivido el país en los últimos 80 años, tan sólo por seguir ahí, en la balumba y en la conga del poder.
Pero, ya digo, el comunismo es otra cosa.
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“La edad es algo que no importa, a menos que sea usted un queso.” - Luis Buñuel

esto,es en referencia a lo que se lee de Fernando y su edad para volver a la efeUno ,,,
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[Imagen: giphy.gif]

,, cuando to esto termine ,, ,,, ,,,
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https://www.youtube.com/watch?v=XhpPzACk8pA


se nos estàn yendo mucha gente buena , ,, ,, ,,
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[Imagen: EUvhY4bXkAAIo5g?format=jpg&name=900x900]


manda guevos ,, la cosa ,,
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[Imagen: FXIxJ5s.jpeg]
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