03-08-2012, 17:27
La cabra tira al monte
Hay dos formas de hacer más resistentes los compuestos utilizados en una carrera: endureciéndolos realmente o trasladando la elección de gomas hacia la zona más dura de la gama.
Pirelli, que parecía un protagonista inocente hasta Hungría, nos está resultando un cómplice necesario de las tropelías de la FIA. De tapadillo, anunciando que iba a probar neumáticos más duros en Silverstone por ver si eran del gusto de las escuderías —cosa que no pudo ser por problemas meteorológicos, trasladándose la cata de gomas a Hockenheim—, sin saber a estas horas si el asunto satisface o no a los equipos, comenzaba a aplicar la comprensión del espectáculo de quien sujeta el collar de la milanesa desde el pasado domingo, elevando la dureza de los compuestos por el artículo 33, o sea, alterando la gama utilizada el año pasado, como quien dice anteayer, vamos.
A resultas de esta chuminada como la copa de un pino, el G.P. de Hungría, que en 2011 tuvo su aquél, resultaba hace menos de una semana un truño de los buenos, y la cosa amenaza con prolongarse en el tiempo, porque si para Spa la italiana elegía profesionalmente las gomas medias y blandas de su gama en 2011, para la prueba que disfrutaremos en un mes escaso en el mismo escenario, ha decidido proponer con la supuesta aquiescencia de la FIA, las varientes duras y medias. Para Monza, carrera que nos levantó de la silla con un Vettel desatado asaltando a Alonso a pocas vueltas de la salida, o con un Hamilton luchando de tú a tú con Schumacher, la propuesta es la misma: duras y medias, cuando hace doce meses las circunstancias aconsejaban (eso dijeron) que fuesen medias y blandas.
¿Alguien lo entiende? Yo sí. Pirelli sirve a quien le paga, que para eso es el domine patri en el tinglado de los neumáticos para F1 donde la búsqueda del espectáculo gobierna hasta el diámetro del último tornillo, sencillamente porque quien suelta la pasta es quien recomienda, quien dice, y quien susurra al oído qué es lo recomendable.
El caso es que a comienzos de sesión, una vez asentado los fundamentos de la competición, todos sabíamos que Pirelli había endurecido sus propuestas elásticas para este año, de manera que sumando dos y dos, lo que se nos propone en estos momentos es un endurecimiento doble, un trágala que no atiende al sentido del espectáculo que reinaba hace escasamente un año, un sindiós que no hay por dónde cogerlo, porque ciscándose en los datos recabados hace un puñado de meses, se mea en ellos y somete a las escuderías a una puesta a cero que tiene poco o nada que ver con aquello de que la F1 es la máxima expresión del automovilismo deportivo, redundando en la sandez de que la FIA, y sólo la FIA, decide en cada momento y según sea el viento que la sople, por dónde habrán de ir los tiros de la competición.
¿A quién conviene todo esto? Yo diría que a Red Bull, pero a lo peor me granjeo ser diana de algunas pedradas, así que mejor lo dejo. De todas formas, seguro que beneficia a alguien y es ésto, precisamente, lo que más me mosquea, porque la FIA y sus aledaños, llámense Pirelli o Aitor de Arrigorriaga, deberían ser los primeros implicados en que todo resultara lo más limpio posible, siquiera por evitar que a un negocio que va de deporte por la vida, lo afeen señalándolo con el dedo.
No entiendo nada, lo reconozco. Si las pruebas de Silverstone postegadas a Hockenheim tenían como fin que las escuderías probaran y aceptaran o no las propuestas científicas de Pirelli, ¿a qué viene que la milanesa se tome la justicia por su mano imponiendo un decálogo de buenas costumbres que puede definir un campeonato? ¿Tan bobos nos consideran?
Sea como fuere, algo huele a podrido en Dinamarca, así se llame Hembery quien nos lo pase a limpio. Aunque aquí estaremos, como de costumbre, como perfectos idiotas narcotizados, para ver cómo la cabra tira al monte de nuevo, aunque esta vez con nuestros propios ojos y con un mes de adelanto.
Os leo.
El Infierno Verde.
Hay dos formas de hacer más resistentes los compuestos utilizados en una carrera: endureciéndolos realmente o trasladando la elección de gomas hacia la zona más dura de la gama.
Pirelli, que parecía un protagonista inocente hasta Hungría, nos está resultando un cómplice necesario de las tropelías de la FIA. De tapadillo, anunciando que iba a probar neumáticos más duros en Silverstone por ver si eran del gusto de las escuderías —cosa que no pudo ser por problemas meteorológicos, trasladándose la cata de gomas a Hockenheim—, sin saber a estas horas si el asunto satisface o no a los equipos, comenzaba a aplicar la comprensión del espectáculo de quien sujeta el collar de la milanesa desde el pasado domingo, elevando la dureza de los compuestos por el artículo 33, o sea, alterando la gama utilizada el año pasado, como quien dice anteayer, vamos.
A resultas de esta chuminada como la copa de un pino, el G.P. de Hungría, que en 2011 tuvo su aquél, resultaba hace menos de una semana un truño de los buenos, y la cosa amenaza con prolongarse en el tiempo, porque si para Spa la italiana elegía profesionalmente las gomas medias y blandas de su gama en 2011, para la prueba que disfrutaremos en un mes escaso en el mismo escenario, ha decidido proponer con la supuesta aquiescencia de la FIA, las varientes duras y medias. Para Monza, carrera que nos levantó de la silla con un Vettel desatado asaltando a Alonso a pocas vueltas de la salida, o con un Hamilton luchando de tú a tú con Schumacher, la propuesta es la misma: duras y medias, cuando hace doce meses las circunstancias aconsejaban (eso dijeron) que fuesen medias y blandas.
¿Alguien lo entiende? Yo sí. Pirelli sirve a quien le paga, que para eso es el domine patri en el tinglado de los neumáticos para F1 donde la búsqueda del espectáculo gobierna hasta el diámetro del último tornillo, sencillamente porque quien suelta la pasta es quien recomienda, quien dice, y quien susurra al oído qué es lo recomendable.
El caso es que a comienzos de sesión, una vez asentado los fundamentos de la competición, todos sabíamos que Pirelli había endurecido sus propuestas elásticas para este año, de manera que sumando dos y dos, lo que se nos propone en estos momentos es un endurecimiento doble, un trágala que no atiende al sentido del espectáculo que reinaba hace escasamente un año, un sindiós que no hay por dónde cogerlo, porque ciscándose en los datos recabados hace un puñado de meses, se mea en ellos y somete a las escuderías a una puesta a cero que tiene poco o nada que ver con aquello de que la F1 es la máxima expresión del automovilismo deportivo, redundando en la sandez de que la FIA, y sólo la FIA, decide en cada momento y según sea el viento que la sople, por dónde habrán de ir los tiros de la competición.
¿A quién conviene todo esto? Yo diría que a Red Bull, pero a lo peor me granjeo ser diana de algunas pedradas, así que mejor lo dejo. De todas formas, seguro que beneficia a alguien y es ésto, precisamente, lo que más me mosquea, porque la FIA y sus aledaños, llámense Pirelli o Aitor de Arrigorriaga, deberían ser los primeros implicados en que todo resultara lo más limpio posible, siquiera por evitar que a un negocio que va de deporte por la vida, lo afeen señalándolo con el dedo.
No entiendo nada, lo reconozco. Si las pruebas de Silverstone postegadas a Hockenheim tenían como fin que las escuderías probaran y aceptaran o no las propuestas científicas de Pirelli, ¿a qué viene que la milanesa se tome la justicia por su mano imponiendo un decálogo de buenas costumbres que puede definir un campeonato? ¿Tan bobos nos consideran?
Sea como fuere, algo huele a podrido en Dinamarca, así se llame Hembery quien nos lo pase a limpio. Aunque aquí estaremos, como de costumbre, como perfectos idiotas narcotizados, para ver cómo la cabra tira al monte de nuevo, aunque esta vez con nuestros propios ojos y con un mes de adelanto.
Os leo.
El Infierno Verde.