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La larga travesía del desierto de Fernando Alonso
#1
“Creo que ahora veremos quién es el tricampeón del mundo más joven…” Solo el propio Fernando Alonso sabrá hasta qué punto le revuelve interiormente que Sebastian Vettel logre tantos títulos en cuatro años como él mismo en diez. Porque mientras que el alemán corta la mantequilla blanda desde su llegada a la Fórmula 1, Alonso sigue pedaleando con el viento de cara para incrementar un palmarés merecedor de algún título más.

Pequeña broma o gran objetivo en la rueda de prensa, el piloto español ha reconocido en más de una ocasión que un tercer título colmaría sus aspiraciones profesionales. Como Ayrton Senna, su referencia, quien ostenta ese récord. Pero la cruda realidad es que Alonso no acaba de coger la ola buena desde hace algunos años.

O se hace en casa, o se compra fuera

Como explicaba Lauda tras la carrera nipona respecto a Vettel, el talento no es suficiente, “si eliges el coche equivocado o el que pilotas no funciona, no puedes ganar, porque siempre es una combinación de ambas cosas”. La perogrullada es fácil de enunciar, pero muy complicada de cuajar. Porque, guste o no reconocerlo, la aportación del piloto sigue siendo crucial en la Fórmula 1 moderna, pero también decreciente en relación a la competitividad del material.

Por ello, un piloto ha de rodearse de un complejo conjunto de factores, a saber, un equipo técnico muy eficaz en el seno de una estructura ágil, bien gestionada, y económicamente potente. Y luego, saber liderar ese conjunto. Fue el caso de Schumacher con Ferrari, ahora con Vettel y Red Bull. Ese paquete ganador el piloto lo fabrica en casa, o lo compra fuera.

El “mirlo blanco” de Red Bull

Sebastian Vettel vive en “una afortunada posición”, como explicaba Niki Lauda tras la carrera de Suzuka. ¿Su mérito personal? Ser el mejor zumo de una década en la que Red Bull ha exprimido a los más prometedores talentos del automovilismo internacional. Pero, como tal, no ha tenido que “buscarse la vida” ni sufrir los avatares y conflictos políticos de otros rivales. Vettel, producto de la casa, llegó en alfombra roja y siempre fue el “mirlo blanco” de la escuadra austríaca.

Además, el alemán aterrizó en plena excelencia técnica en la Fórmula 1, porque Toro Rosso fue un calentamiento teledirigido. Durante los tres últimos años, al genio de Adrian Newey se unió la eficacia de Red Bull en diferentes áreas, un equipo además bien engrasado económicamente por el enorme “cash flor” que genera la bebida energética. A todo ello habría que sumar “la pasión, el esfuerzo y la motivación que arde dentro de este equipo”, consciente del momento dulce que vive, como repetía Christian Horner este fin de semana, y que con tanto énfasis también ha recordado Vettel en las últimas fechas.

Desde McLaren no hay rueda buena

En el otro lado, Fernando Alonso no ha vuelto a encajar las piezas desde su experiencia con Renault. Cuando aquel ciclo llegó a su fin, el español dio el salto teóricamente correcto a McLaren. Pero los problemas políticos y personales ya conocidos arruinaron una potencial gran época con McLaren y hasta quizás un par de títulos. Alonso hubo de salir en busca de la tierra prometida de Ferrari a través un éxodo de dos infructuosos años en Renault. Lo sabía él, lo sabía todo el mundo. Los campeonato se harían esperar hasta llegar a Maranello. Pero en la Scuderia, por diferentes razones, también han faltado otras piezas del puzzle ganador.

El español cumplió rápidamente con la primera premisa de un esquema triunfador: el liderazgo deportivo y humano. A diferencia de Massa y Raikkonen, con su rendimiento puso en evidencia la estructura técnica de Ferrari, como también fue el caso de Schumacher en 1996. Jean Todt reaccionó con un “dream team” con Ross Brawn y Rory Byrne. Este año, como entonces, Ferrari también se ha visto forzado a su particular “aggionarmiento”.

El tiempo pasa, pero los títulos no llegan

La salida de Aldo Costa fue el pistoletazo para una profunda reestructuración que sacudiera la burocratizada y conservadora estructura técnica de Ferrari, también cuestionada por la audacia y eficacia de Red Bull. Incluso parece que Maranello ha recuperado al propio Byrne como consultor desde su retiro. Que fructifique este proceso en la pista es una incógnita cuya resolución se espera con expectación en 2012 y años sucesivos.

Para Alonso sería muy duro un tercer año con Ferrari sin otro título. Que lo consiga Vettel en 2012 resultaría, íntimamente, demoledor para el español. Michael Schumacher tuvo que esperar a 2000, pero no paró de ganar hasta 2005. Tras once temporadas en la Fórmula, el alemán acumulaba cuatro campeonatos en el bolsillo, dos de ellos con Ferrari. Alonso, con diez, lleva la mitad. Y ninguno con la Scuderia.

Guste o no guste reconocerlo, el tiempo está pasando en la carrera deportiva de Fernando Alonso sin los galardones que merece quien está considerado el mejor piloto de la parrilla actual. Cuando Martin Brundle, el comentarista de la BBC, preguntaba a Vettel antes de la carrera si iba “a asegurar el resultado o a por la gloria”, el alemán respondió: “ A por la gloria”. Porque, en el caso de Fernando Alonso, como el de Vettel y todos los grandes campeones, se trata no ya solo de ganar, sino precisamente de eso: la gloria.

Fuente: elconfidencial.com
No se construirá una nueva era con las armas,sino con las manos que las llevan
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La larga travesía del desierto de Fernando Alonso - por tomcat - 11-10-2011, 09:20

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