14-01-2011, 09:24
DENTRO DEL PADDOCK
Cuando Schumacher, Alonso y Senna eran novatos: un trío de ases con las mismas cartas
@Javier Rubio - 14/01/2011
Alonso y Schumacher hace un lustro.
¿Existe un molde común para grandes campeones como Ayrton Senna, Michael Schumacher y Fernando Alonso, líderes de sus respectivas generaciones en estos últimos veinte años? De personalidades totalmente diferentes, sus respectivas trayectorias ofrecen ciertos paralelismos, rasgos y similares actitudes que explican su sobresalientes logros en un entorno de extrema competitividad.
Ya antes de aterrizar en la máxima categoría, los tres transmitían un singular halo de seguridad, sello indefectible en los grandes campeones. Conscientes de su excepcional don, por la suficiencia forjada en los éxitos de categorías inferiores, o por ambas certezas, disfrutaban de una presencia especial, de un carisma que resultaba magnético.
Un cierto punto de arrogancia
El ex “team manager” Eddie Jordan trabajó con Senna, en la Fórmula 3 y con Schumacher, días antes de debutar en Spa, en 1991: “Normalmente, cuando un piloto era nuevo en Fórmula 3, le recordabas que ese era tu coche, y que había que cuidarlo haciendo esto o lo otro. En el caso de Ayrton, cuando empecé a hablarle, me miraba como si le estuviera tratando como a un niño pequeño. Desde ese momento, supe que era alguien totalmente diferente al resto”.
Fernando Alonso era mucho más joven que Senna y Schumacher cuando por primera vez probó un Fórmula 1. El italiano Cesare Fiorio, al frente del test, sintió algo similar a lo vivido por Jordan: “La víspera nos encontramos en Jerez, y pasé media hora, cara a cara, con cada uno de los pilotos. No sabría explicar porqué, pero Alonso me produjo de inmediato una gran impresión. Tenía un no se qué en su mirada, en su motivación, en su confianza, que le hacía especial”. Tenía solo diecisiete años.
“¡Esto no es un Fórmula Nissan! ¡Te vas a matar!”
Alonso dejó anonadado a Fiorio. “Cada piloto daba diez vueltas por la mañana, para aclimatarse. Luego, otras diez por la tarde. Fernando se acomodó tranquilamente, y salió disparado. En la primera vuelta, el coche apareció a toda pastilla, ya con el limitador en la recta. ¡Fernando, para ahora mismo!, le gritó Fiorio por la radio”. El piloto se detiene en boxes, desconcertado: “¿ Es que pasa algo?” “¡Ten cuidado! ¡Esto no es un Fórmula Nissan! ¡Te vas a matar!”. Alonso contestó que sólo estaba intentado aclimatarse en esa tanda, para poder atacar en la siguiente. “Lo primero que hice fue llamar a Gabriele Rumi (dueño de Minardi) para que le extendiera un contrato de diez años antes de que todo el mundo se enterase y nos lo quitara de las manos”.
La primera temporada de los tres en la Fórmula 1, aunque en diferentes circunstancias, dejó el sello de los campeones. Senna casi gana en Mónaco, bajo la lluvia, al mismísimo Alain Prost, con un Toleman. Schumacher dejó boquiabierto al personal con su debut en Spa, a Jordan se lo “levantaron” y en el siguiente gran premio ya corría en Benetton. Un periodista británico de la época, al término del debut del español en Melbourne, escribió: “Alonso demostró lo suficiente en Australia para sugerir que Minardi jugará otra vez un papel importante en desarrollar a un nuevo y gran talento para la Fórmula 1”. En su temporada de debut, el entonces tercer debutante más joven de la historia acuñó aquel tan torero “me pasan los coches, no los pilotos”.
Mentalidades obsesivas
Senna, Schumacher y Alonso compartían otro rasgo exacerbado en los grandes campeones: una ambición ganadora casi patológica, basada en su talento, pero también en una dedicación obsesiva y casi monacal hacia la Fórmula 1. En Williams, un ingeniero acuño la expresión “terrorismo telefónico” para definir la actitud del brasileño, capaz de llamar a altas horas de la madrugada para compartir hasta el último detalle técnico que se le hubiera ocurrido en ese momento. La entrega de Senna era tan extenuante, que exigía por contrato entre dos y tres meses de desconexión total para retirarse a Brasil durante el invierno.
Pat Symonds, antiguo director técnico de Benetton y Renault, ha coincidido con los tres: “Las similitudes estaban ahí. Schumacher y Senna tenían una increíble atención al detalle: absolutamente todo importaba. Senna se concentraba sobre todo en el coche y el motor, pero Michael fue más allá”. Al margen de su talento, el alemán elevó su dedicación también al terreno físico a niveles nunca vistos antes en la Fórmula 1.
Por su experiencia previa con ambos, el propio Symonds fue instrumental en “educar” en esta filosofía al joven Alonso, como reconoció al término de la temporada 2004: “Su talento es innegable, pero eso no basta para ganar un título. Este invierno, Fernando ha comprendido la cantidad de trabajo que hace falta y los sacrificios que exige. Ha madurado en el enfoque del coche y del equipo. Es un placer constatarlo”.
Stefano Domenicali sabía lo que necesitaba en Ferrari tras la marcha del “Kaiser”, y por ello se quitó a Raikkonen de encima. Parece que acertó por lo vivido en 2010. “Alonso me recuerda a Schumacher, porque ha llegado con la misma voluntad de dirigir. Desde que estoy en Ferrari no he visto nunca un piloto que esté en Maranello tanto como él, que participe con la misma convicción en todas nuestras actividades", manifestó el director deportivo de Ferrari en el Corriere dello Sport el pasado mes de septiembre. Porque es vocación –o premisa- de los grandes mandar en su equipo. Lo veremos también la semana que viene.
http://www.elconfidencial.com/dentro-del...73543.html
Cuando Schumacher, Alonso y Senna eran novatos: un trío de ases con las mismas cartas
@Javier Rubio - 14/01/2011
Alonso y Schumacher hace un lustro.
¿Existe un molde común para grandes campeones como Ayrton Senna, Michael Schumacher y Fernando Alonso, líderes de sus respectivas generaciones en estos últimos veinte años? De personalidades totalmente diferentes, sus respectivas trayectorias ofrecen ciertos paralelismos, rasgos y similares actitudes que explican su sobresalientes logros en un entorno de extrema competitividad.
Ya antes de aterrizar en la máxima categoría, los tres transmitían un singular halo de seguridad, sello indefectible en los grandes campeones. Conscientes de su excepcional don, por la suficiencia forjada en los éxitos de categorías inferiores, o por ambas certezas, disfrutaban de una presencia especial, de un carisma que resultaba magnético.
Un cierto punto de arrogancia
El ex “team manager” Eddie Jordan trabajó con Senna, en la Fórmula 3 y con Schumacher, días antes de debutar en Spa, en 1991: “Normalmente, cuando un piloto era nuevo en Fórmula 3, le recordabas que ese era tu coche, y que había que cuidarlo haciendo esto o lo otro. En el caso de Ayrton, cuando empecé a hablarle, me miraba como si le estuviera tratando como a un niño pequeño. Desde ese momento, supe que era alguien totalmente diferente al resto”.
Fernando Alonso era mucho más joven que Senna y Schumacher cuando por primera vez probó un Fórmula 1. El italiano Cesare Fiorio, al frente del test, sintió algo similar a lo vivido por Jordan: “La víspera nos encontramos en Jerez, y pasé media hora, cara a cara, con cada uno de los pilotos. No sabría explicar porqué, pero Alonso me produjo de inmediato una gran impresión. Tenía un no se qué en su mirada, en su motivación, en su confianza, que le hacía especial”. Tenía solo diecisiete años.
“¡Esto no es un Fórmula Nissan! ¡Te vas a matar!”
Alonso dejó anonadado a Fiorio. “Cada piloto daba diez vueltas por la mañana, para aclimatarse. Luego, otras diez por la tarde. Fernando se acomodó tranquilamente, y salió disparado. En la primera vuelta, el coche apareció a toda pastilla, ya con el limitador en la recta. ¡Fernando, para ahora mismo!, le gritó Fiorio por la radio”. El piloto se detiene en boxes, desconcertado: “¿ Es que pasa algo?” “¡Ten cuidado! ¡Esto no es un Fórmula Nissan! ¡Te vas a matar!”. Alonso contestó que sólo estaba intentado aclimatarse en esa tanda, para poder atacar en la siguiente. “Lo primero que hice fue llamar a Gabriele Rumi (dueño de Minardi) para que le extendiera un contrato de diez años antes de que todo el mundo se enterase y nos lo quitara de las manos”.
La primera temporada de los tres en la Fórmula 1, aunque en diferentes circunstancias, dejó el sello de los campeones. Senna casi gana en Mónaco, bajo la lluvia, al mismísimo Alain Prost, con un Toleman. Schumacher dejó boquiabierto al personal con su debut en Spa, a Jordan se lo “levantaron” y en el siguiente gran premio ya corría en Benetton. Un periodista británico de la época, al término del debut del español en Melbourne, escribió: “Alonso demostró lo suficiente en Australia para sugerir que Minardi jugará otra vez un papel importante en desarrollar a un nuevo y gran talento para la Fórmula 1”. En su temporada de debut, el entonces tercer debutante más joven de la historia acuñó aquel tan torero “me pasan los coches, no los pilotos”.
Mentalidades obsesivas
Senna, Schumacher y Alonso compartían otro rasgo exacerbado en los grandes campeones: una ambición ganadora casi patológica, basada en su talento, pero también en una dedicación obsesiva y casi monacal hacia la Fórmula 1. En Williams, un ingeniero acuño la expresión “terrorismo telefónico” para definir la actitud del brasileño, capaz de llamar a altas horas de la madrugada para compartir hasta el último detalle técnico que se le hubiera ocurrido en ese momento. La entrega de Senna era tan extenuante, que exigía por contrato entre dos y tres meses de desconexión total para retirarse a Brasil durante el invierno.
Pat Symonds, antiguo director técnico de Benetton y Renault, ha coincidido con los tres: “Las similitudes estaban ahí. Schumacher y Senna tenían una increíble atención al detalle: absolutamente todo importaba. Senna se concentraba sobre todo en el coche y el motor, pero Michael fue más allá”. Al margen de su talento, el alemán elevó su dedicación también al terreno físico a niveles nunca vistos antes en la Fórmula 1.
Por su experiencia previa con ambos, el propio Symonds fue instrumental en “educar” en esta filosofía al joven Alonso, como reconoció al término de la temporada 2004: “Su talento es innegable, pero eso no basta para ganar un título. Este invierno, Fernando ha comprendido la cantidad de trabajo que hace falta y los sacrificios que exige. Ha madurado en el enfoque del coche y del equipo. Es un placer constatarlo”.
Stefano Domenicali sabía lo que necesitaba en Ferrari tras la marcha del “Kaiser”, y por ello se quitó a Raikkonen de encima. Parece que acertó por lo vivido en 2010. “Alonso me recuerda a Schumacher, porque ha llegado con la misma voluntad de dirigir. Desde que estoy en Ferrari no he visto nunca un piloto que esté en Maranello tanto como él, que participe con la misma convicción en todas nuestras actividades", manifestó el director deportivo de Ferrari en el Corriere dello Sport el pasado mes de septiembre. Porque es vocación –o premisa- de los grandes mandar en su equipo. Lo veremos también la semana que viene.
http://www.elconfidencial.com/dentro-del...73543.html
" creo que he pasado toda mi vida, los nueve últimos años de mi carrera en la Fórmula 1 preparándome para este momento, para estar listo. Al fin ha llegado." Fernando Alonso (30/09/09)