03-02-2011, 10:52
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 03-02-2011, 11:26 por narnia.)
Al hilo de esto pongo otro articulo q acabo de leer y cuento mi experiencia ayer en Cheste en la tribuna junto al motor home de Ferrari (lo he puesto tb en otro hilo abierto por contratante):
Alonso no regala ni media sonrisa y Ferrari es un búnker en el circuito de Cheste
Tecnología punta, mucho lujo, seguridad enfermiza contra los espías, reporteros de 25 países y un ruido infernal...entramos en las tripas de la Formula I
03.02.11 - 02:43 -
ARTURO CHECA |
El gran circo ruge en Cheste. Los mecánicos hormiguean en el paddock. Los operarios guiris se carcajean del frío del interior de Valencia faenando en pantalón corto. Los Alonso, Alguersuari, Vettel, Hamilton y Schumacher 'tiran de la manta' y muestran al mundo sus millonarios bólidos. Las escuderías inician su guerra psicológica de décimas de segundo, telemetrías, aerodinámicas, 'kers' e ingenios tecnológicos en la manga. Los coches vuelan sobre el asfalto hasta con 300 millones de presupuesto en juego. Al primer pulso en Cheste le seguirán Jerez y Barcelona. Dentro de un mes, en Bahrein, se acabaron las probaturas de la docena de escuderías. Segundos fuera en las 20 citas del Campeonato Mundial de Pilotos.
Los focos ya se han encendido para Alonso y compañía. Son las divas del escenario. Pero al otro lado de los muros color crema del circuito de Cheste, entre bambalinas, está la otra cara del gran circo. Allí, lejos de los focos, hay mecánicos que frotan con cera y denuedo las llantas de los grandes camiones de las escuderías hasta hacerlas refulgir; allí están los 'hospitality', comedores bajo lonas de plástico para los equipos más modestos y con pantallas de plasma de 50 pulgadas para las escuderías más desahogadas, el descanso de los guerreros; allí hay una sala de prensa atestada por más de 300 periodistas acreditados, una torre de Babel con reporteros hindúes, serbios y twitters en japonés; allí están los espectadores entre gorras del Cavallino Rampante, pancartas de 'Schumi', barras de pan, humo (aquí aún se fuma), neveras portátiles y frutos secos. Allí, lejos de los focos, están las tripas de la Fórmula 1.
Fernando Alonso sale a escena. «¡Alonsooooo, saluda! ¡¡Que te cuesta, hombreeee!!» Un seguidor del asturiano se desgañita desde la grada cuando el asturiano termina su primera vuelta de prueba del año al volante del F150. Fernando está a lo suyo, a arañar segundos al cronómetro, a afilar su Ferrari. Charla con sus chicos en el paddock sin quitarse el casco ni bajarse del monoplaza. Incluso a un metro de distancia utiliza la radio del equipo para hablar con ellos. Ni un gesto a la grada. Sus detractores le reprochan un limitado 'don de gentes'. No tiene precisamente amigos entre los periodistas habituados a dar la vuelta al mundo al rebufo de las carreras. Detrás de los focos, tras los muros de Cheste, Jaime Alguersuari (Toro Rosso) espera, mientras, su turno para volar. Ahora atiende a una televisión británica. Un puñado de niños, y no tan niños, se arremolinan alrededor del 'niño' de la Fórmula 1. El catalán (21 años) estrecha paciente manos. Firma autógrafos. Se hace fotos. Ni Alguersuari ni ninguno de sus 24 tocayos de circo olvida un solo segundo calarse la gorra y lucir los distintivos publicitarios. Lógico cuando la crisis aprieta (también en la F1) y los patrocinios, derechos de televisión y videojuegos cubren el 40% de los astronómicos presupuestos de los constructores. Un dato: en el último quinquenio, los seis fabricantes de Fórmula 1 se pulieron casi 4.300 millones de euros. El gasto fue casi obsceno en 2008, con un récord de 1.016 millones de euros, casi igual a todo el presupuesto del Ministerio de Cultura. Lo dice 'Formula Money', el anuario británico considerado por los expertos la publicación especializada más rigurosa en términos económicos de este deporte.
El búnker de Ferrari
Bajo los focos del espectáculo es fácil saber dónde está el paddock de Ferrari. Los espectadores se arraciman en la grada superior. Los fotógrafos se agolpan a las puertas y apenas un puñado de ellos en el del resto de escuderías. «Cualquier gesto un poco distinto de Alonso puede valer mucho dinero», confiesa un reportero gráfico 'freelance'. El paddock también es una pasarela. No son pocas las periodistas. Casi todas de televisiones. La imagen vende. Lucen tacones, boinas parisinas y conjuntos 'fashion'. «Mira esa es Nira, la de la Sexta», apunta un murmullo entre el público. Nira Juanco, a la que muchos llaman 'la Carbonero' de la Fórmula 1. Algunas casi compiten con los pilotos en atenciones y miradas. De los mecánicos y del público. «¡¡Saludaaaa, oyeeeee, aquíiii!!». El mismo seguidor vuelve a desgañitarse desde la grada. Esta vez no se dirige a Alonso, sino a una espigada locutora de la televisión francesa TF1 que cruza a la carrera el paddock en una prodigiosa demostración de equilibrio sobre tacones de aguja.
Detrás, entre bambalinas, reinan los 'hospitality', los comedores de los equipos. Para el público general, en la zona de acceso colectivo, bocatas a 4 euros. O menú a 10 en el restaurante del circuito. Los 'hospitality' son terreno privado para miembros de las escuderías o invitados. Aunque también aquí hay para todos los gustos. Red Bull, el vigente campeón, es un ejemplo de apertura y hospitalidad. Dos pisos de metacrilato de acceso libre, pufs-neumáticos en los que descansar bajo un techo de hangar metalizado, cafés gratis e incluso (el año pasado, no este, la crisis ya se sabe...) bufet sin pagar ni un euro. La cruz, el 'hospitality' de Ferrari. Un auténtico búnker. Guardia de seguridad en la puerta. Persianas venecianas bajadas a cal y canto. Un botón para abrir y cerrar la puerta automática. Infranqueable. El oasis de Alonso. Allí le espera a media mañana un autoservicio con pasta, verduras al vapor, frituras variadas, quesos, fiambre y ensaladas. Por allí pegaron también un bocado el martes el piloto Carlos Sainz y el ex futbolista italiano del Valencia Amedeo Carboni. El colmo del lujo, el 'hospitality' de Renault. Los rumores de crisis que acosan a la firma gala no se dejan ver en su comedor, dos mamotretos de metacrilato con lamparitas de restaurante de lujo en las mesas, un abundante surtido de pastas, bollería, fruta preparada y chocolatinas, todo dominado por un descomunal plasma de 50 pulgadas.
Aparcados al lado, la hilera de trailers de los equipos. Dos miembros del plantel de Renault sentados sobre neumáticos sacan brillo hasta a las llantas de los mastodontes. «Seguro que cobran más que tú y que yo juntos», bromea un compañero periodista. El chascarrillo lo confirmó no hace mucho Jaime Villadelprat, ex responsable de varios equipos. Hasta 75.000 euros anuales. Un director técnico, cerca de los 10 millones de euros. Un buen ingeniero, 200.000. Los pilotos, dicen que más de 15 millones al año...
Junto a la escena del gran circo, el rugido de los bólidos se cuela hasta en los cuartos de baño. Las ojeras de Joan y Raúl revelan que hoy han madrugado. Los dos chavales estaban a las ocho de la mañana en la puerta del circuito de Cheste. «¡Lo que sea por Alonso!». No duraron en pagar 10 euros para la tribuna de boxes. Aunque prefieren no hablar más de ellos. «Hemos hecho 'pellas' (novillos) en el instituto...». ¿Por qué corren escaleras abajo?. Hasta que veo la respuesta. Un Ferrari F-430 se desliza silencioso por el aparcamiento. Su dueño no es Alonso. Un cincuentón se apea del deportivo. Matrícula del principado de Andorra. «Claro, seguro que no paga impuestos...», despotrica Joan en plena nube de curiosos.
El Babel del gran circo ha estado estos tres días de pruebas (terminan hoy) en el segundo piso del circuito. La sala de prensa es el campamento de 362 periodistas de 25 países. Naruto luce estética manga, apura un Red Bull, 'twittea' y monta un vídeo casi al tiempo en un Mac Book Pro. Cubre los F1 Winter Tests (nombre oficial de la pretemporada) para una televisión nipona. Junto al portátil asoma una invitación para comer en el 'hospitality' de Toro Rosso. Enfrente, un reportero español teclea en un diminuto 'netbook'. Mordisquea rodajas de salchichón que extrae de un envase de Hacendado. En el gran circo, delante y detrás de los focos, también hay ricos y pobres.
El Correo
Ayer sentí vergüenza ajena y me sentí mal por lo q tiene q "soportar" Fernando. Tras toda la mañana haciendo tandas cortas de 5 ó 6 vueltas con algunas interrupciones, se acerca la hora de comer (sobre las 13). Fernando entra en box tras una de esas tandas cortas (q le marca Fabri desde el muro) y pasar por carril de boxes para probar salida. Todo el mundo corre a la barandilla de la tribuna de boxes q da al motor home de Ferrari diciendo: "este ya se baja y no se sube más, a descansar" Se arremolina muuucha gente en la puerta del hospitality esperando a Alonso (suerte de enchufadillos) pero no, Fernando q está trabajando vuelve a salir a pista para hacer otra tanda q es en la q marca su vuelta rápida. Vuelve a hacer lo mismo de la anterior con ensayo de salida y entra. Son las 14:10 más o menos y seguro q ahora sí se va a comer (ha estado toda la mañana en el box o en pista). Imposible describir la q se organiza mientras intenta cruzar de la parte trasera del box al hospitality para comer. Literalmente le rodean, agobian, intentan q les firme, fotos con él... un montón de gente a pesar de q gente de Ferrari trata de ayudarle. Desde arriba solo vemos su gorra en la marabunta. La gente olvida q está trabajando y solo descansará unos 45 minutos para comer y descansar algo. Cada vez q se abre la puerta del hospitality, la gente hace fotos del interior.
Su vuelta al box es más o menos lo mismo. Trata de saludar a la tribuna q le llama y vuelve al trabajo. Esta vez hará tandas largas de 15 vueltas q Fabri va descontado desde el muro, con ensayo de salida desde final del pitlane al terminar. Hace dos tandas completas y la tarcera es la q interrumpe la bandera roja por Buemi. Pues bien, cada vez q vuelve al box tras una de las tandas y mientras los mecánicos introducen su coche con él dentro la gente de la tribuna de boxes le aplaude y entonces escuchas a tu lado decir a alguien "será borde, ni siquiera saluda..." Tras la primera de estas tandas al volver al box la gente dice con retintín: "Este ya no sale más,...! Y yo pensando: "merluzo, está trabajando y es su ultimo dia de test de esta primera semana; necesita todos los datos posibles para ir a Maranello y seguir preparando el coche para inicio de temporada. seguro q saldrá y dará las más vueltas posibles" Lo siento pero no lo entiendo... y me supera.
Y sobre lo q dice de los periodistas. Vi a Luis G. Abad charlando tranquilamente (y con risas) en la puerta del hospitality de Ferrari bastante rato a 4 ó 5 periodistas españoles q siguen la F1... Quizas algunos le amarga la hiel
PD. Perdon por el tocho pero aun ando cansada del palizon de ayer y tenia q soltarlo...
Alonso no regala ni media sonrisa y Ferrari es un búnker en el circuito de Cheste
Tecnología punta, mucho lujo, seguridad enfermiza contra los espías, reporteros de 25 países y un ruido infernal...entramos en las tripas de la Formula I
03.02.11 - 02:43 -
ARTURO CHECA |
El gran circo ruge en Cheste. Los mecánicos hormiguean en el paddock. Los operarios guiris se carcajean del frío del interior de Valencia faenando en pantalón corto. Los Alonso, Alguersuari, Vettel, Hamilton y Schumacher 'tiran de la manta' y muestran al mundo sus millonarios bólidos. Las escuderías inician su guerra psicológica de décimas de segundo, telemetrías, aerodinámicas, 'kers' e ingenios tecnológicos en la manga. Los coches vuelan sobre el asfalto hasta con 300 millones de presupuesto en juego. Al primer pulso en Cheste le seguirán Jerez y Barcelona. Dentro de un mes, en Bahrein, se acabaron las probaturas de la docena de escuderías. Segundos fuera en las 20 citas del Campeonato Mundial de Pilotos.
Los focos ya se han encendido para Alonso y compañía. Son las divas del escenario. Pero al otro lado de los muros color crema del circuito de Cheste, entre bambalinas, está la otra cara del gran circo. Allí, lejos de los focos, hay mecánicos que frotan con cera y denuedo las llantas de los grandes camiones de las escuderías hasta hacerlas refulgir; allí están los 'hospitality', comedores bajo lonas de plástico para los equipos más modestos y con pantallas de plasma de 50 pulgadas para las escuderías más desahogadas, el descanso de los guerreros; allí hay una sala de prensa atestada por más de 300 periodistas acreditados, una torre de Babel con reporteros hindúes, serbios y twitters en japonés; allí están los espectadores entre gorras del Cavallino Rampante, pancartas de 'Schumi', barras de pan, humo (aquí aún se fuma), neveras portátiles y frutos secos. Allí, lejos de los focos, están las tripas de la Fórmula 1.
Fernando Alonso sale a escena. «¡Alonsooooo, saluda! ¡¡Que te cuesta, hombreeee!!» Un seguidor del asturiano se desgañita desde la grada cuando el asturiano termina su primera vuelta de prueba del año al volante del F150. Fernando está a lo suyo, a arañar segundos al cronómetro, a afilar su Ferrari. Charla con sus chicos en el paddock sin quitarse el casco ni bajarse del monoplaza. Incluso a un metro de distancia utiliza la radio del equipo para hablar con ellos. Ni un gesto a la grada. Sus detractores le reprochan un limitado 'don de gentes'. No tiene precisamente amigos entre los periodistas habituados a dar la vuelta al mundo al rebufo de las carreras. Detrás de los focos, tras los muros de Cheste, Jaime Alguersuari (Toro Rosso) espera, mientras, su turno para volar. Ahora atiende a una televisión británica. Un puñado de niños, y no tan niños, se arremolinan alrededor del 'niño' de la Fórmula 1. El catalán (21 años) estrecha paciente manos. Firma autógrafos. Se hace fotos. Ni Alguersuari ni ninguno de sus 24 tocayos de circo olvida un solo segundo calarse la gorra y lucir los distintivos publicitarios. Lógico cuando la crisis aprieta (también en la F1) y los patrocinios, derechos de televisión y videojuegos cubren el 40% de los astronómicos presupuestos de los constructores. Un dato: en el último quinquenio, los seis fabricantes de Fórmula 1 se pulieron casi 4.300 millones de euros. El gasto fue casi obsceno en 2008, con un récord de 1.016 millones de euros, casi igual a todo el presupuesto del Ministerio de Cultura. Lo dice 'Formula Money', el anuario británico considerado por los expertos la publicación especializada más rigurosa en términos económicos de este deporte.
El búnker de Ferrari
Bajo los focos del espectáculo es fácil saber dónde está el paddock de Ferrari. Los espectadores se arraciman en la grada superior. Los fotógrafos se agolpan a las puertas y apenas un puñado de ellos en el del resto de escuderías. «Cualquier gesto un poco distinto de Alonso puede valer mucho dinero», confiesa un reportero gráfico 'freelance'. El paddock también es una pasarela. No son pocas las periodistas. Casi todas de televisiones. La imagen vende. Lucen tacones, boinas parisinas y conjuntos 'fashion'. «Mira esa es Nira, la de la Sexta», apunta un murmullo entre el público. Nira Juanco, a la que muchos llaman 'la Carbonero' de la Fórmula 1. Algunas casi compiten con los pilotos en atenciones y miradas. De los mecánicos y del público. «¡¡Saludaaaa, oyeeeee, aquíiii!!». El mismo seguidor vuelve a desgañitarse desde la grada. Esta vez no se dirige a Alonso, sino a una espigada locutora de la televisión francesa TF1 que cruza a la carrera el paddock en una prodigiosa demostración de equilibrio sobre tacones de aguja.
Detrás, entre bambalinas, reinan los 'hospitality', los comedores de los equipos. Para el público general, en la zona de acceso colectivo, bocatas a 4 euros. O menú a 10 en el restaurante del circuito. Los 'hospitality' son terreno privado para miembros de las escuderías o invitados. Aunque también aquí hay para todos los gustos. Red Bull, el vigente campeón, es un ejemplo de apertura y hospitalidad. Dos pisos de metacrilato de acceso libre, pufs-neumáticos en los que descansar bajo un techo de hangar metalizado, cafés gratis e incluso (el año pasado, no este, la crisis ya se sabe...) bufet sin pagar ni un euro. La cruz, el 'hospitality' de Ferrari. Un auténtico búnker. Guardia de seguridad en la puerta. Persianas venecianas bajadas a cal y canto. Un botón para abrir y cerrar la puerta automática. Infranqueable. El oasis de Alonso. Allí le espera a media mañana un autoservicio con pasta, verduras al vapor, frituras variadas, quesos, fiambre y ensaladas. Por allí pegaron también un bocado el martes el piloto Carlos Sainz y el ex futbolista italiano del Valencia Amedeo Carboni. El colmo del lujo, el 'hospitality' de Renault. Los rumores de crisis que acosan a la firma gala no se dejan ver en su comedor, dos mamotretos de metacrilato con lamparitas de restaurante de lujo en las mesas, un abundante surtido de pastas, bollería, fruta preparada y chocolatinas, todo dominado por un descomunal plasma de 50 pulgadas.
Aparcados al lado, la hilera de trailers de los equipos. Dos miembros del plantel de Renault sentados sobre neumáticos sacan brillo hasta a las llantas de los mastodontes. «Seguro que cobran más que tú y que yo juntos», bromea un compañero periodista. El chascarrillo lo confirmó no hace mucho Jaime Villadelprat, ex responsable de varios equipos. Hasta 75.000 euros anuales. Un director técnico, cerca de los 10 millones de euros. Un buen ingeniero, 200.000. Los pilotos, dicen que más de 15 millones al año...
Junto a la escena del gran circo, el rugido de los bólidos se cuela hasta en los cuartos de baño. Las ojeras de Joan y Raúl revelan que hoy han madrugado. Los dos chavales estaban a las ocho de la mañana en la puerta del circuito de Cheste. «¡Lo que sea por Alonso!». No duraron en pagar 10 euros para la tribuna de boxes. Aunque prefieren no hablar más de ellos. «Hemos hecho 'pellas' (novillos) en el instituto...». ¿Por qué corren escaleras abajo?. Hasta que veo la respuesta. Un Ferrari F-430 se desliza silencioso por el aparcamiento. Su dueño no es Alonso. Un cincuentón se apea del deportivo. Matrícula del principado de Andorra. «Claro, seguro que no paga impuestos...», despotrica Joan en plena nube de curiosos.
El Babel del gran circo ha estado estos tres días de pruebas (terminan hoy) en el segundo piso del circuito. La sala de prensa es el campamento de 362 periodistas de 25 países. Naruto luce estética manga, apura un Red Bull, 'twittea' y monta un vídeo casi al tiempo en un Mac Book Pro. Cubre los F1 Winter Tests (nombre oficial de la pretemporada) para una televisión nipona. Junto al portátil asoma una invitación para comer en el 'hospitality' de Toro Rosso. Enfrente, un reportero español teclea en un diminuto 'netbook'. Mordisquea rodajas de salchichón que extrae de un envase de Hacendado. En el gran circo, delante y detrás de los focos, también hay ricos y pobres.
El Correo
Ayer sentí vergüenza ajena y me sentí mal por lo q tiene q "soportar" Fernando. Tras toda la mañana haciendo tandas cortas de 5 ó 6 vueltas con algunas interrupciones, se acerca la hora de comer (sobre las 13). Fernando entra en box tras una de esas tandas cortas (q le marca Fabri desde el muro) y pasar por carril de boxes para probar salida. Todo el mundo corre a la barandilla de la tribuna de boxes q da al motor home de Ferrari diciendo: "este ya se baja y no se sube más, a descansar" Se arremolina muuucha gente en la puerta del hospitality esperando a Alonso (suerte de enchufadillos) pero no, Fernando q está trabajando vuelve a salir a pista para hacer otra tanda q es en la q marca su vuelta rápida. Vuelve a hacer lo mismo de la anterior con ensayo de salida y entra. Son las 14:10 más o menos y seguro q ahora sí se va a comer (ha estado toda la mañana en el box o en pista). Imposible describir la q se organiza mientras intenta cruzar de la parte trasera del box al hospitality para comer. Literalmente le rodean, agobian, intentan q les firme, fotos con él... un montón de gente a pesar de q gente de Ferrari trata de ayudarle. Desde arriba solo vemos su gorra en la marabunta. La gente olvida q está trabajando y solo descansará unos 45 minutos para comer y descansar algo. Cada vez q se abre la puerta del hospitality, la gente hace fotos del interior.
Su vuelta al box es más o menos lo mismo. Trata de saludar a la tribuna q le llama y vuelve al trabajo. Esta vez hará tandas largas de 15 vueltas q Fabri va descontado desde el muro, con ensayo de salida desde final del pitlane al terminar. Hace dos tandas completas y la tarcera es la q interrumpe la bandera roja por Buemi. Pues bien, cada vez q vuelve al box tras una de las tandas y mientras los mecánicos introducen su coche con él dentro la gente de la tribuna de boxes le aplaude y entonces escuchas a tu lado decir a alguien "será borde, ni siquiera saluda..." Tras la primera de estas tandas al volver al box la gente dice con retintín: "Este ya no sale más,...! Y yo pensando: "merluzo, está trabajando y es su ultimo dia de test de esta primera semana; necesita todos los datos posibles para ir a Maranello y seguir preparando el coche para inicio de temporada. seguro q saldrá y dará las más vueltas posibles" Lo siento pero no lo entiendo... y me supera.
Y sobre lo q dice de los periodistas. Vi a Luis G. Abad charlando tranquilamente (y con risas) en la puerta del hospitality de Ferrari bastante rato a 4 ó 5 periodistas españoles q siguen la F1... Quizas algunos le amarga la hiel
PD. Perdon por el tocho pero aun ando cansada del palizon de ayer y tenia q soltarlo...
" creo que he pasado toda mi vida, los nueve últimos años de mi carrera en la Fórmula 1 preparándome para este momento, para estar listo. Al fin ha llegado." Fernando Alonso (30/09/09)