27-09-2012, 23:53
Le molesta porque le recuerda en cada carrera su propia incapacidad para sacar el máximo partido de un equipo que tiene medios y uno de los mejores coches. En mentes tan poco abiertas como la suya no cabe el reconocimiento de la excelencia en un piloto, de la conjunción perfecta entre máquina y hombre, sin que el humano pierda su condición.
Para Horner el éxito se reduce a una mera operación matemática, convencido de que proviene de la suma de una máquina superior y un buen piloto, independientes entre sí, desconectados. Alonso le recuerda constantemente que el conjunto debe superar la simple suma de las partes, que el humano debe buscar la conjunción perfecta con la máquina y llevarla allá donde la ingeniería no tiene respuestas. La conjunción perfecta entre jinete y montura, el Jinba-ittai aplicado al automovilismo.
Pero para eso hay que disponer de un piloto excepcional, de un equipo compenetrado con él y de la inestimable cooperación de unos competidores que pierdan la compostura al menor revés. Para completar, sólo hace falta un jefe de equipo que no sepa leer más allá de las telemetrías y los tiempos a una vuelta. Alonso se mueve en otra dimensión y mirar allí requiere de otras actitudes.
Horner, relájate, observa el lenguaje de Alonso, y cuando Vettel sea capaz de expresarse como él, entonces no te preocupará no tener el mejor coche ni que las poles se te vuelvan esquivas, porque cada carrera será un desafío a la lógica que ahora domina tu mente.
Para Horner el éxito se reduce a una mera operación matemática, convencido de que proviene de la suma de una máquina superior y un buen piloto, independientes entre sí, desconectados. Alonso le recuerda constantemente que el conjunto debe superar la simple suma de las partes, que el humano debe buscar la conjunción perfecta con la máquina y llevarla allá donde la ingeniería no tiene respuestas. La conjunción perfecta entre jinete y montura, el Jinba-ittai aplicado al automovilismo.
Pero para eso hay que disponer de un piloto excepcional, de un equipo compenetrado con él y de la inestimable cooperación de unos competidores que pierdan la compostura al menor revés. Para completar, sólo hace falta un jefe de equipo que no sepa leer más allá de las telemetrías y los tiempos a una vuelta. Alonso se mueve en otra dimensión y mirar allí requiere de otras actitudes.
Horner, relájate, observa el lenguaje de Alonso, y cuando Vettel sea capaz de expresarse como él, entonces no te preocupará no tener el mejor coche ni que las poles se te vuelvan esquivas, porque cada carrera será un desafío a la lógica que ahora domina tu mente.