Alonso no batió a Vettel, pero sí a Ferrari

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Curiosa temporada la que ayer culminó en Interlagos, donde quien todo el mundo ha considerado como el mejor piloto del año no terminó como campeón del mundo. Pero si Fernando Alonso no pudo derrotar a Sebastian Vettel ni a Red Bull, paradójicamente, sí volvió a batir a su propio equipo, Ferrari. Porque, un año más, la gran lección para Luca Cordero de Montezemolo y la Scuderia es que la pelota está en su tejado.

El listón, imposible de subir más

"Esta es la mejor temporada que he hecho en toda mi vida, nunca se verá, nunca se valorará… tengo nueve podios y estoy tercero en el Mundial luchando aún por el subcampeonato, eso es mucho". No son palabras de este año sino del pasado, en una entrevista de Fernando Alonso al Diario AS, al llegar a Abu Dabi. Quedó cuarto. Por lo visto, lo mejor estaba por llegar…

“Esta es la primera vez que pilotos, expilotos, equipos y aficionados están de acuerdo en decir que hemos hecho el mejor campeonato, volveremos tan fuertes en 2013, porque será difícil serlo más, tengo una gran sensación después de 2012, con mucho, la mejor temporada de mi vida”, confesaba ayer. Alonso elevó más si cabe su listón hasta un límite que él mismo considera imposible superar. Pero tampoco ha sido campeón. Solo faltaba escuchar este domingo a Nelson Piquet en las palabras que le dirigió en el podio.

Sin coche competitivo para empezar

Pero rebobinemos por un momento la película. Aquel sábado 17 de marzo, tras el desastre de los entrenamientos oficiales del Gran Premio de Australia, Alonso lanzó un grito desesperado de alarma. Por tercer año consecutivo con Ferrari tenía en sus manos pólvora mojada: “El año pasado (por 2011), estaba a 1,4 del primero, y este año estoy a un segundo de la Q2…”. Ferrari había fracasado un año más en su objetivo de “lograr con un coche competitivo desde la primera carrera, este era el mensaje durante todo el invierno y la segunda parte del pasado año”, como denunció entonces el piloto español.

Es cierto que Red Bull también comenzó de forma vacilante la actual temporada ante la prohibición de los escapes de soplado que afectó al austriaco más que a ningún otro equipo, como reconoció el propio ingeniero británico. Y mientras el campeonato no mostraba un patrón de dominio, Alonso se mantuvo líder. Pero desde Singapur, cuando Newey comenzó a introducir progresivamente las últimas evoluciones del RB8 –doble DRS incluido-, Vettel 'sacó la manita' por la ventanilla y le dijo adiós a Fernando Alonso.

Grandes virtudes, pero un flanco débil

La fiabilidad del F2012 ha sido extraordinaria -salvo el sábado en Monza- con solo dos abandonos y no por causas mecánicas, si bien la fortuna no acompañó con los accidentes como a Vettel este domingo en Interlagos. La operatividad en pista y la estrategia en carrera han sido más que notables, a pesar de cierto conservadurismo de Mónaco y Montmeló y los errores en Canadá y Silverstone –aquí, la victoria- que costaron algunos puntos cruciales. La extrema competitividad de la temporada y “la limitación de daños” que Ferrari necesitó en determinados momentos quizás lo justificaba. Pero si la Scuderia fue muy eficiente en estas áreas, falló en una crucial.


La cruda realidad recuerda que, por ejemplo, en las cuatro primeras carreras Alonso clasificó en parrilla duodécimo, octavo y noveno dos veces, respectivamente. Sin embargo, con toda una temporada de evolución por delante, las posiciones eran similares en las cuatro últimas pruebas: quinto, séptimo, noveno y octavo, aunque Massa mejorara ligeramente estas dos últimas en Austin y Brasil.

En definitiva, el F2012 terminó casi donde empezó, poniendo en evidencia la capacidad de evolución que tanto ha desesperado a Alonso en la recta final. Por el contrario, Red Bull ha demostrado una superior habilidad técnica y capacidad de respuesta que han marcado las diferencias. Y gracias a ellas Vettel y Red Bull son justos campeones. Por tres puntos. Porque en la Fórmula 1 para ganar, no basta con ser los mejores en algunas áreas. Ha de ser en todas.

Un modelo a revisar

Pero el gran éxito de Fernando Alonso, aunque amargo a la vez, ha sido poner en evidencia como nunca a la estructura técnica que le soporta en la Scuderia. Y, con ello, ha forzado a que Ferrari esté 'revolviéndose las tripas', remontando la cadena técnica, y revisando unos procesos de trabajo y metodología que no deparan los resultados necesarios: un monoplaza competitivo desde el principio de temporada. Pocos pilotos son capaces en la historia de algo semejante. Con todas las consecuencias organizativas y económicas –que no son pocas- que semejante proceso conlleva.

“Nosotros tenemos la pista de Fiorano, que otros equipos dicen que da una ventaja injusta, pero es parte de nuestra herencia, y Fiorano fue construido para ser parte de cómo compite Ferrari, de la misma forma que otros equipos han construido un túnel de viento muy caro…” explicaba el director deportivo Massimo Rivola. Sin entrenamientos privados como en el pasado, por algo el túnel de viento de Renzo Piano hoy está cerrado por reformas…

Pero solo dos títulos…

"Sí, estamos muy orgullosos de él" reconocía ayer Stefano Domenicali, “pero estamos muy decepcionados porque era quien merecía realmente el título”. Quizás el proceso de reestructuración que Ferrari necesita culmine algún día en un ciclo ganador del que se beneficie Alonso. A día de hoy, el español ha vuelto a perder otro título, y no solo por el golpe de Grosjean o el toque con Raikkonen.

El pasado mes de diciembre, en Fiorano, Luca Cordero de Montezemolo fue claro ante sus empleados: “El único problema que no tenemos es el piloto”. Ha hecho falta otro campeonato infructuoso para confirmar esto. También, dónde está el problema de la Scuderia. Pero Alonso sigue con dos títulos mundiales desde que debutara en 2001. Sebastian Vettel, en Red Bull desde 2009, ya tiene tres…

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