14-08-2014, 09:13
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 14-08-2014, 09:22 por German Sanchez.)
Buenos días, ayer me encontré con un texto por la web que me pareció muy interesante y que me gustaría compartir con vosotros. Ayuda a entender los entresijos de la F1 y abre, una vez más, el debate sobre la próxima decisión crucial que debe tomar Fernando.
Es una contestación a un post del gran Orroe en El Infierno Verde de un usuario llamado J-Car y que posiblemente alguno de vosotros ya conozca de otros sites.
Ahora que la famosa tasa google aun no está vigente, me tomo la libertad de reproducirlo aquí con todos mis respetos hacia su autor.
J-CAR13 de agosto de 2014, 20:12
Cuando se corría en el Nordschleife lo único que importaba eran las carreras. Por eso aquellas gestas tienen el brillo de lo auténtico, de la vida viva. Hoy el brillo que tienen es el del oro. Cuando Jules hace 9º en Mónaco, inmediatatamente todo el mundo mira hacia los dólares que se embolsará Marussia, los mismos que le van a faltar a Tony Fernandes para mantener su apuesta.
Os voy a contar un cuento veraniego que ya habéis visto, pero que nadie os ha contado.
Desde que Max casi regalara a Bernie los derechos comerciales el factor más importante de todo lo que ha venido pasando es una pura especulación sobre el valor monetario de esos derechos. Cuando los fabricantes de automóviles asomaron el hocico, y empezaron a pensar que podía ser bueno para ellos controlar el negocio como forma de garantizar su inversión, Bernie reaccionó buscando socios que le permitieran mantener la apuesta, así llegaron EMTV y Kirch-Gruppe. Eso de la televisión de pago reduciría enormemente las audiencias y el valor publicitario de la F1, que era lo único que les había interesado a los fabricantes hasta ese momento, vender coches. Esto hizo que les entraran las prisas por comprar los derechos. Por contra el valor comercial de la F1 subía y subía, pero cuando un soufflé se pasa… Los equipos se negaron a pagar ese sobrémoste especulativo cuando eran ellos el único sostén del negocio, los que le daban valor y empezaron las amenazas de irse a un campeonato paralelo. Como estaban atados por el Acuerdo de la Concordia hasta 2007 la partida ahora iba a ser larga y Kirch quebró.
El Bayern LB se encontró con un activo que no le interesaba, pero que tendría que rentabilizar, y con la sorpresa de que a pesar de poseer el 75%, junto con una participación menor de otros bancos, Bernie tenía blindado el control total del negocio, nombraba consejeros sin consultarles y tomaba todas las decisiones. De pronto la amenaza de secesión, bien controlada, junto con otros movimientos especulativos, podría permitir a Bernie hacer caer el valor comercial. Los bancos no aguantarían el pulso, no era su negocio, y venderían pronto y a la baja.
Controlar la secesión pasaba por la labor del agente doble Flavio y por controlar a Ferrari. La rossa firmó cuando se llevó el bofetón de un neumático para toda la carrera, acostumbrados como estaban al éxito con ayudas. Y Flavio… de momento parecía seguir el plan. Pero Bayern intentó hacer valer su participación en la toma de decisiones y se enzarzó en una batalla en los tribunales. Otra vez iba para largo. Entonces Bernie tomó un atajo peligroso llamado Gribkowsky.
Bernie volvía a asegurarse el control del negocio gracias a la pasta de un anónimo CVC y a la suya propia. 2006 iba a ser el regalo de compromiso para Ferrari. Flavio se encontró desplazado, sin participación en las ganancias, sin victorias, pero con muchas cartas en su poder que le habían sido entregadas por la propia mano del supremo, y empezó a jugar por su cuenta. Flavio engatusó a Don Luca y Bernie estalló. Las famosas frases de las pelotas y las manos, la pistola y la decisión de matar. También estallaron los Michelin con cierta frecuencia calculada, Indianápolis, calificación de Monza.
Finalmente todos volvieron al redil, al olor del dinero y de una “cierta” participación en la toma de decisiones, y firmaron su sentencia en un nuevo pacto de la Concordia. El lobo planeó su venganza.
BMW, Toyota y Honda fuera. Ferrari y Renault desinfladas. La apuesta Cosworth se agotó al no conseguir motorizar a ninguno de los grandes, solo Williams picó mientras necesitó del rescate de Bernie, pero los dejó rápido. ¿Quien queda? Mercedes había aumentado su apuesta, y aunque había estado al margen de todos los juegos seguía sin contar para nadie, ni para las victorias. Hasta que alguien, desde Alemania, desenterró el cadáver Gribkowsky.
Continuara…
Es una contestación a un post del gran Orroe en El Infierno Verde de un usuario llamado J-Car y que posiblemente alguno de vosotros ya conozca de otros sites.
Ahora que la famosa tasa google aun no está vigente, me tomo la libertad de reproducirlo aquí con todos mis respetos hacia su autor.

J-CAR13 de agosto de 2014, 20:12
Cuando se corría en el Nordschleife lo único que importaba eran las carreras. Por eso aquellas gestas tienen el brillo de lo auténtico, de la vida viva. Hoy el brillo que tienen es el del oro. Cuando Jules hace 9º en Mónaco, inmediatatamente todo el mundo mira hacia los dólares que se embolsará Marussia, los mismos que le van a faltar a Tony Fernandes para mantener su apuesta.
Os voy a contar un cuento veraniego que ya habéis visto, pero que nadie os ha contado.
Desde que Max casi regalara a Bernie los derechos comerciales el factor más importante de todo lo que ha venido pasando es una pura especulación sobre el valor monetario de esos derechos. Cuando los fabricantes de automóviles asomaron el hocico, y empezaron a pensar que podía ser bueno para ellos controlar el negocio como forma de garantizar su inversión, Bernie reaccionó buscando socios que le permitieran mantener la apuesta, así llegaron EMTV y Kirch-Gruppe. Eso de la televisión de pago reduciría enormemente las audiencias y el valor publicitario de la F1, que era lo único que les había interesado a los fabricantes hasta ese momento, vender coches. Esto hizo que les entraran las prisas por comprar los derechos. Por contra el valor comercial de la F1 subía y subía, pero cuando un soufflé se pasa… Los equipos se negaron a pagar ese sobrémoste especulativo cuando eran ellos el único sostén del negocio, los que le daban valor y empezaron las amenazas de irse a un campeonato paralelo. Como estaban atados por el Acuerdo de la Concordia hasta 2007 la partida ahora iba a ser larga y Kirch quebró.
El Bayern LB se encontró con un activo que no le interesaba, pero que tendría que rentabilizar, y con la sorpresa de que a pesar de poseer el 75%, junto con una participación menor de otros bancos, Bernie tenía blindado el control total del negocio, nombraba consejeros sin consultarles y tomaba todas las decisiones. De pronto la amenaza de secesión, bien controlada, junto con otros movimientos especulativos, podría permitir a Bernie hacer caer el valor comercial. Los bancos no aguantarían el pulso, no era su negocio, y venderían pronto y a la baja.
Controlar la secesión pasaba por la labor del agente doble Flavio y por controlar a Ferrari. La rossa firmó cuando se llevó el bofetón de un neumático para toda la carrera, acostumbrados como estaban al éxito con ayudas. Y Flavio… de momento parecía seguir el plan. Pero Bayern intentó hacer valer su participación en la toma de decisiones y se enzarzó en una batalla en los tribunales. Otra vez iba para largo. Entonces Bernie tomó un atajo peligroso llamado Gribkowsky.
Bernie volvía a asegurarse el control del negocio gracias a la pasta de un anónimo CVC y a la suya propia. 2006 iba a ser el regalo de compromiso para Ferrari. Flavio se encontró desplazado, sin participación en las ganancias, sin victorias, pero con muchas cartas en su poder que le habían sido entregadas por la propia mano del supremo, y empezó a jugar por su cuenta. Flavio engatusó a Don Luca y Bernie estalló. Las famosas frases de las pelotas y las manos, la pistola y la decisión de matar. También estallaron los Michelin con cierta frecuencia calculada, Indianápolis, calificación de Monza.
Finalmente todos volvieron al redil, al olor del dinero y de una “cierta” participación en la toma de decisiones, y firmaron su sentencia en un nuevo pacto de la Concordia. El lobo planeó su venganza.
BMW, Toyota y Honda fuera. Ferrari y Renault desinfladas. La apuesta Cosworth se agotó al no conseguir motorizar a ninguno de los grandes, solo Williams picó mientras necesitó del rescate de Bernie, pero los dejó rápido. ¿Quien queda? Mercedes había aumentado su apuesta, y aunque había estado al margen de todos los juegos seguía sin contar para nadie, ni para las victorias. Hasta que alguien, desde Alemania, desenterró el cadáver Gribkowsky.
Continuara…
![[Imagen: tiolavara.png]](http://2.bp.blogspot.com/_kdtPzb99cBg/S7yBbEj_bHI/AAAAAAAAALA/fah_ANf2S0A/s1600/tiolavara.png)
Siempre con Fernando, año tras año.
Un imbécil que lee mucho no reduce un ápice su imbecilidad. Si acaso, se convierte en un imbécil leído.