16-07-2015, 13:07
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 16-07-2015, 13:17 por DE-ZETA-TE.)
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martes, 22 de julio de 2008
¡Idio.ta. Engreído!
Que diga que vivimos en un país de idio.tas no debería sorprender a nadie. Ahí tenemos a Fernando Alonso, idio.ta perdido, se tira toda la temporada sacando del lodazal un monoplaza chungo, logrando acabar 8 de 10 carreras, colocándolo en posiciones impensables a tenor de lo conseguido por su compañero Nelson Piquet (no me voy a molestar en reseñar las diferencias), consiguiendo 13 puntos a base de ir sumando, y tras la conclusión del G.P. de Alemania no se le ocurre mejor idea que dejar de felicitar públicamente a Nelson, y contra todo pronóstico, se anima incluso a decir que el triunfo de su compañero de equipo ha sido una «cuestión de suerte».
Sí, ya sé que me diréis que no se le puede pedir demasiado a un hombre que ha trabajado trescientos y pico kilómetros, centímetro a centímetro, peleando con Trulli, con Vettel, con Kimi, con Rosberg, con su puto vehículo… ¡Basta de excusas! Alonso se comportó como un idio.ta de remate, aunque luego intentara arreglarlo en una entrevista diciendo: «Ojalá haga podios de aquí al final Piquet y hagamos cuartos. Por mí sin problema. Sin suerte sólo podemos terminar séptimo u octavo.»
Ahí tenemos al hijo de Anthony Hamilton, ése sí que es honesto y colega a fondo, y agradece siempre a su compañero sus logros. No hay que irse muy lejos, en Mónaco 2007, fue el primero en felicitar a Alonso por su victoria. ¿Y en Hungría? ¿Qué me decís de Hungría 2007? Felicitó a Fernando por la pole conseguida y vertió múltiples agradecimientos a Dennis vía interfono.
Y no es amigo de excusas, como el de Oviedo. Si falló en Malasia fue sólo porque el botón que ya le dio un disgusto en Interlagos (2007), no había sido cambiado de sitio. Y en Bahrein se tragó a Fernando porque éste frenó, como bien argumentó la prensa británica hasta que salió el palurdo de Pat Symonds con el rollo de las telemetrías, aunque a resultas de aquello hizo firme promesa de conseguir 15 podios consecutivos a modo de compensación, y quedó como Dios. Y en Canadá: ¿a quién coño se le ocurre poner un semáforo al final de pit line? Y en Francia se metió por donde no debía porque el pelotón no llevaba su ritmo, lastima que los comisarios no lo entendieran así.
Y muy buen compañero. En Indianápolis 2007 cerró a Alonso al final de recta para impedir que el asturiano se la metiera por ir demasiado rápido; lo mismo que en las salidas de Barhein y Canadá. Lo de Spa no fue un ataque sino una cobertura. Lo de China fue una simple broma de colegas, ¡anda que no se le escapa a Ron que no peleaban con Kimi sino con Fernando!, ¡con lo que él le quería! ¿Y este año? El ataque a Kova en Silverstone no fue lo que parecía, que ya lo dijo Haug: «En la vuelta de calificación el coche [de Heikki] respondió mejor, pero después se quejó durante toda la carrera de la parte trasera del monoplaza y de que no podía forzar el ritmo todo lo que quería.» Y bueno, lo de Alemania: simple buen rollito, que no hay por qué ver fantasmas… además se lo agradeció al finlandés, en público y todo.
Lo dicho, más le valdría a Fernando Alonso dejarse de quejas y de chorradas y aprender algo del hijo de Anthony Hamilton. En España, los listos aprecian a los honestos y buena gente como el británico, y desprecian a los idio.tas que llaman pan al pan y al vino, vino; y si el bicampeón del mundo quería mejor trato, que se hubiera quedado en McLaren cumpliendo como Kovalainen en Hockenheim, que ya lo tenía advertido Ron Dennis: «No vamos a cambiar nuestra forma de hacer las cosas. Seguiremos funcionando con nuestros valores, construyendo un equipo donde prime la igualdad.»
¡Hay que ser idio.ta o engreído para no entenderlo!
Publicado por Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] en 21:38
La grandeza es una experiencia transitoria. Nunca es consistente. Dependen en parte de la imaginación humana creadora de mitos. La persona que experimenta la grandeza de percibir el mito que la circunda, debe reflexionar que es proyectado sobre él. Y debe mostrarse fuertemente inclinado a la ironía. Esto le impedirá creer en su propia pretensión. La ironía le permitirá actuar independientemente de ella misma. Sin esta cualidad, incluso una grandeza ocasional puede destruir a un hombre.
Frank Herbert