14-01-2016, 13:01
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 14-01-2016, 13:08 por German Sanchez.)
Pirelli es una de las mejores armas con las que cuenta Bernie para contrarrestar el poder de los equipos y de la FIA.
Es inaceptable que un suministrador de neumáticos decida el devenir de las regulaciones técnicas, pero igual de inaceptable que lo hagan los equipos en función de sus propios intereses o la FIA para decantar campeonatos (como decía hace poco Mosley sobre el 2009, o con la manga ancha para Red Bull o el Pirelligate). Este negocio está podrido desde las entrañas y solo la disolución del actual campeonato y la creación de uno nuevo con distintos actores y remando hacia la vertiente deportiva como eje fundamental (el negocio vendría después y con mucha más fuerza tras el éxito deportivo) puede salvar a los aficionados, que al fin y al cabo, somos los destinatarios finales del producto y sus jueces.
El problema es que cuando este "negocio" lleva tanto tiempo con los mismos jefes, éstos se acaban creyendo que son los dueños, y no dudan en llevárselo a la tumba con ellos antes de pensar en el aficionado y en el futuro sin ellos en él.
Suena chungo pero hace falta mano dura y regulación independiente del negocio.
Es inaceptable que un suministrador de neumáticos decida el devenir de las regulaciones técnicas, pero igual de inaceptable que lo hagan los equipos en función de sus propios intereses o la FIA para decantar campeonatos (como decía hace poco Mosley sobre el 2009, o con la manga ancha para Red Bull o el Pirelligate). Este negocio está podrido desde las entrañas y solo la disolución del actual campeonato y la creación de uno nuevo con distintos actores y remando hacia la vertiente deportiva como eje fundamental (el negocio vendría después y con mucha más fuerza tras el éxito deportivo) puede salvar a los aficionados, que al fin y al cabo, somos los destinatarios finales del producto y sus jueces.
El problema es que cuando este "negocio" lleva tanto tiempo con los mismos jefes, éstos se acaban creyendo que son los dueños, y no dudan en llevárselo a la tumba con ellos antes de pensar en el aficionado y en el futuro sin ellos en él.
Suena chungo pero hace falta mano dura y regulación independiente del negocio.
Siempre con Fernando, año tras año.
Un imbécil que lee mucho no reduce un ápice su imbecilidad. Si acaso, se convierte en un imbécil leído.