02-06-2011, 17:25
¿Aprenderá Hamilton la lección de Mónaco?
"La gente quiere ver competición, quiere verte adelantar, y te castigan por intentarlo, por intentar crear espectáculo, por intentar una maniobra...". Lewis Hamilton se acogía a sus supuestas virtudes para justificar las cuestionables maniobras en el pasado Gran Premio de Mónaco. ¿Tenía razón el británico? ¿O, verdaderamente superó los límites, especialmente en una pista urbana como la del Principado?
Adelantar no es una ciencia exacta. Las maniobras se ejecutan a velocidades de vértigo, con decisiones que han de tomarse en décimas de segundo. Además, como en el fútbol, habrá opiniones diferentes sobre si un empujón es falta o una simple carga. En Mónaco, Hamilton tiró al suelo a sus rivales, y se quejó por ello después de manera harto polémica. "Soy así, esta es mi manera de correr, y no voy a cambiar", declaraba después, como si su estilo de competir le otorgara una patente de corso.
Hamilton es un genio de talento descomunal. La Fórmula 1 necesita pilotos como él, pero el británico también necesita que la misma F1 le marque determinados límites, como el propio Massa recordaría después, ("necesita una buena sanción, porque si no, no aprenderá"). Pero el británico se considera a sí mismo como el mejor de la parrilla, especialmente en Mónaco, por lo que inconscientemente se siente por ello dotado con una suerte de derecho natural para superar quien se le ponga por delante, independientemente de las circunstancias. Pero Mónaco es diferente.
En la pasada carrera, al intentar adelantar a Massa y Maldonado, Hamilton forzó maniobras de dudoso éxito en las que colocó a sus rivales en una posición en la que, de producirse un accidente, parecía que la culpa de todos menos suya. En el caso del brasileño, y en la curva de Loews, la más lenta y estrecha del campeonato, ningún piloto que marche por detrás logrará un hueco salvo en dos supuestos: que el adelantado deje paso y se mueva a la derecha, o que quien va a adelantar se forje ese hueco a golpes. Esto último intentó Hamilton con Massa, empujándole también hacia el exterior de la curva en la salida.
El monoplaza del brasileño había salido peor parado del golpe inicial, y Hamilton aprovechó esta circunstancia para llevarle luego a una zona del Túnel donde el accidente era inevitable. Con Maldonado hizo otro tanto en una zona particularmente delicada. Lo más divertido es que, en este caso, el británico se quejó de que el venezolano le cerrara la puerta para defenderse. "Luego, me metí por el interior de Maldonado, y se puede ver en la pantalla como giró mucho antes para evitar que le adelantara y se tocó conmigo. Es ridículo". Es decir, Hamilton puede atacar cómo y donde quiera, pero parece que nadie puede tener el derecho a defenderse...
¿Qué hubiera pasado si Alonso o Button hubieran actuado así en el Gran Premio de Mónaco? Alonso pudo haberse metido como un kamikaze en el enorme hueco que le dejó Button en la salida, o haber "empujado" a Vettel también en Loews, en la chicane, o en la Rascasse y haber ganado así la carrera... Pero hay unos límites que los demás si reconocieron en Mónaco, a diferencia de Hamilton. Es una cuestión de habilidad, de experiencia, y no solo de "huevina", con perdón.
Sintiéndose enormemente competitivo desde el principio, Lewis Hamilton dejó que la frustración convirtiera una de sus mayores virtudes, su capacidad para adelantar, en el mayor de sus defectos en Mónaco. Cualquier otro piloto de menos renombre quizás habría sido sancionado con penalizaciones en parrilla para la siguiente carrera. Que con dos sanciones aún terminara sexto, fue un milagro. Y desde entonces, ha tenido que pedir disculpas a diestro y siniestro por sus declaraciones iniciales. Después del Gran Premio de Mónaco, nos queda una duda ¿Aprenderá la lección de Mónaco, o volverá a las andadas en la próxima ocasión? Y, en este último caso ¿Serán en el futuro los comisarios tan benignos con el piloto de Mclaren?
JAVIER RUBIO / EUROSPORT
"La gente quiere ver competición, quiere verte adelantar, y te castigan por intentarlo, por intentar crear espectáculo, por intentar una maniobra...". Lewis Hamilton se acogía a sus supuestas virtudes para justificar las cuestionables maniobras en el pasado Gran Premio de Mónaco. ¿Tenía razón el británico? ¿O, verdaderamente superó los límites, especialmente en una pista urbana como la del Principado?
Adelantar no es una ciencia exacta. Las maniobras se ejecutan a velocidades de vértigo, con decisiones que han de tomarse en décimas de segundo. Además, como en el fútbol, habrá opiniones diferentes sobre si un empujón es falta o una simple carga. En Mónaco, Hamilton tiró al suelo a sus rivales, y se quejó por ello después de manera harto polémica. "Soy así, esta es mi manera de correr, y no voy a cambiar", declaraba después, como si su estilo de competir le otorgara una patente de corso.
Hamilton es un genio de talento descomunal. La Fórmula 1 necesita pilotos como él, pero el británico también necesita que la misma F1 le marque determinados límites, como el propio Massa recordaría después, ("necesita una buena sanción, porque si no, no aprenderá"). Pero el británico se considera a sí mismo como el mejor de la parrilla, especialmente en Mónaco, por lo que inconscientemente se siente por ello dotado con una suerte de derecho natural para superar quien se le ponga por delante, independientemente de las circunstancias. Pero Mónaco es diferente.
En la pasada carrera, al intentar adelantar a Massa y Maldonado, Hamilton forzó maniobras de dudoso éxito en las que colocó a sus rivales en una posición en la que, de producirse un accidente, parecía que la culpa de todos menos suya. En el caso del brasileño, y en la curva de Loews, la más lenta y estrecha del campeonato, ningún piloto que marche por detrás logrará un hueco salvo en dos supuestos: que el adelantado deje paso y se mueva a la derecha, o que quien va a adelantar se forje ese hueco a golpes. Esto último intentó Hamilton con Massa, empujándole también hacia el exterior de la curva en la salida.
El monoplaza del brasileño había salido peor parado del golpe inicial, y Hamilton aprovechó esta circunstancia para llevarle luego a una zona del Túnel donde el accidente era inevitable. Con Maldonado hizo otro tanto en una zona particularmente delicada. Lo más divertido es que, en este caso, el británico se quejó de que el venezolano le cerrara la puerta para defenderse. "Luego, me metí por el interior de Maldonado, y se puede ver en la pantalla como giró mucho antes para evitar que le adelantara y se tocó conmigo. Es ridículo". Es decir, Hamilton puede atacar cómo y donde quiera, pero parece que nadie puede tener el derecho a defenderse...
¿Qué hubiera pasado si Alonso o Button hubieran actuado así en el Gran Premio de Mónaco? Alonso pudo haberse metido como un kamikaze en el enorme hueco que le dejó Button en la salida, o haber "empujado" a Vettel también en Loews, en la chicane, o en la Rascasse y haber ganado así la carrera... Pero hay unos límites que los demás si reconocieron en Mónaco, a diferencia de Hamilton. Es una cuestión de habilidad, de experiencia, y no solo de "huevina", con perdón.
Sintiéndose enormemente competitivo desde el principio, Lewis Hamilton dejó que la frustración convirtiera una de sus mayores virtudes, su capacidad para adelantar, en el mayor de sus defectos en Mónaco. Cualquier otro piloto de menos renombre quizás habría sido sancionado con penalizaciones en parrilla para la siguiente carrera. Que con dos sanciones aún terminara sexto, fue un milagro. Y desde entonces, ha tenido que pedir disculpas a diestro y siniestro por sus declaraciones iniciales. Después del Gran Premio de Mónaco, nos queda una duda ¿Aprenderá la lección de Mónaco, o volverá a las andadas en la próxima ocasión? Y, en este último caso ¿Serán en el futuro los comisarios tan benignos con el piloto de Mclaren?
JAVIER RUBIO / EUROSPORT