21-03-2017, 11:02
... ya que lo que me importa es el mensaje trataré de resumirlo. Y asociarlo a lo que nos concierne...
"Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje:
No puedo, no puedo y nunca podré.
Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosostros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.
Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos:
No puedo y nunca podré. "
Han pasado 11 largos años desde que la afición de Alonso probó por última vez las mieles del éxito total: la excepcional alegría de ver ganar a un español el Campeonato del Mundo de F1.
Si bien es verdad que se ha rozado la victoria en dos ocasiones, y que ha habido en estos años grandes gestas, hazañas increíbles que perdurarán en nuestros ojos por muchos años, no es menos cierto que esta travesía ha resultado al final ser una dura, pedregosa y desagradecida trocha. En la que nos han socavado el poco suelo firme bajo los pies; en la que hemos soportado muchas putadas, muchas injusticias y no pocos golpes de la mala suerte; desde la que hemos tenido que tragarnos como a otros, de muchos menos méritos, los han montado en limousine y los han llevado al éxito por la autopista que corría debajo nuestro. Porque por encima hemos estado, pero nuestro camino ha sido en esa ladera un sendero estrecho, duro y sólo apto para valientes y estoicos.
Se nota mucho en ésto quién es más joven. O ha visto menos.
Siento decirlo pero es así.
Lo de 2005 y 2006 ha sido excepcional. Y el resto también, pues nadie imaginaba hace tan sólo 15 años que la F1 pudiera girar, en gran parte, en torno a un compatriota. Ni mucho menos qué, aunque llevara años sin poder pelear de tú a tú, se le siguiera considerando El Mejor.
En ese caminar, en ese devenir, muchos de los menos veteranos (y algunos de los más, que yo mismo flaqueé y pensé que se iba a retirar) quizás han sido como el elefante del cuento; han cogido costumbre de no poder ser, de fracasar, de decepcionarse.
Se le ha cogido costumbre al fracaso. Hasta pensar que quizás no hay otro resultado posible.
Pues no tengo más que añadir ni que observar que os fijéis en lo que ha hecho Fernando.
Decir que a pesar de lo que ha vuelto a pasar él no se retira. No se rinde. Y no lo va a hacer hasta irse por la putha puerta principal, con la tercera copa debajo del brazo.
Y yo, que pensé que se iría al final de esta temporada, de pasar lo que parece que está pasando, me niego a quedarme mirando el agujero que ha dejado en el suelo Fernando, al arrancar de cuajo la estaca.
Me voy detrás del sonido que vá dejando Alonso, mientras mastica y hace trizas la estaca, la cadena y la decepción.
"Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje:
No puedo, no puedo y nunca podré.
Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosostros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.
Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos:
No puedo y nunca podré. "
Han pasado 11 largos años desde que la afición de Alonso probó por última vez las mieles del éxito total: la excepcional alegría de ver ganar a un español el Campeonato del Mundo de F1.
Si bien es verdad que se ha rozado la victoria en dos ocasiones, y que ha habido en estos años grandes gestas, hazañas increíbles que perdurarán en nuestros ojos por muchos años, no es menos cierto que esta travesía ha resultado al final ser una dura, pedregosa y desagradecida trocha. En la que nos han socavado el poco suelo firme bajo los pies; en la que hemos soportado muchas putadas, muchas injusticias y no pocos golpes de la mala suerte; desde la que hemos tenido que tragarnos como a otros, de muchos menos méritos, los han montado en limousine y los han llevado al éxito por la autopista que corría debajo nuestro. Porque por encima hemos estado, pero nuestro camino ha sido en esa ladera un sendero estrecho, duro y sólo apto para valientes y estoicos.
Se nota mucho en ésto quién es más joven. O ha visto menos.
Siento decirlo pero es así.
Lo de 2005 y 2006 ha sido excepcional. Y el resto también, pues nadie imaginaba hace tan sólo 15 años que la F1 pudiera girar, en gran parte, en torno a un compatriota. Ni mucho menos qué, aunque llevara años sin poder pelear de tú a tú, se le siguiera considerando El Mejor.
En ese caminar, en ese devenir, muchos de los menos veteranos (y algunos de los más, que yo mismo flaqueé y pensé que se iba a retirar) quizás han sido como el elefante del cuento; han cogido costumbre de no poder ser, de fracasar, de decepcionarse.
Se le ha cogido costumbre al fracaso. Hasta pensar que quizás no hay otro resultado posible.
Pues no tengo más que añadir ni que observar que os fijéis en lo que ha hecho Fernando.
Decir que a pesar de lo que ha vuelto a pasar él no se retira. No se rinde. Y no lo va a hacer hasta irse por la putha puerta principal, con la tercera copa debajo del brazo.
Y yo, que pensé que se iría al final de esta temporada, de pasar lo que parece que está pasando, me niego a quedarme mirando el agujero que ha dejado en el suelo Fernando, al arrancar de cuajo la estaca.
Me voy detrás del sonido que vá dejando Alonso, mientras mastica y hace trizas la estaca, la cadena y la decepción.