29-09-2010, 22:13
http://elinfiernoverde.blogspot.com/
La calculadora
Menos mal que no he sido yo quien ha acuñado el término según el cual los detractores de Fernando Alonso se las prometían aburridas desde casi anteayer a que termine esta temporada. Menos mal, también, que el paralelismo evidente con Alain Prost, incluso con Niki Lauda, lo han trazado quienes auguraban toneladas de tedio desde Italia a Abu Dhabi…
A pesar de la alegría que me invade, no sé si mostrame pletórico porque mi optimismo ha encontrado en Singapur la respuesta esperada, o enseñarme esta noche con perfil bajo por evitar el qué dirán que te tilda de forofo en cuanto te descuidas. Sí, soy consciente de que estamos llegando donde todos soñábamos llegar, pero conviene serenar un poco los ánimos, porque buena parte del saldo cosechado esta tarde, se lo debe Fernando a la tonta percepción de las cosas que impera en Red Bull, y al tipo que le impidió crecer por otro sendero, cuando allá por 2007 tuvo a bien interpretar el papel de piedra en el camino, en McLaren, bajo los auspicios de un Ron Dennis al que se le escapó en China de aquel año que su escudería luchaba contra el asturiano.
Tiene su tela que Alonso sea el tipo a batir sobre la pista desde que asomó las orejas en 2003, y que aquí haya quien todavía no se ha dado cuenta de que tiene que ser por algo…
En fin, la calculadora se había puesto en marcha desde hace tiempo (tuvo narices de avisarnos y todo), aunque los resultados no acompañaran, y ha estado funcionando con la misma precisión como la vista hoy, cuando el mejor piloto de la parrilla nos ha ofrecido un recital de buena conducción mientras aguantaba a un Sebastian Vettel que sencillamente se ha salido del encuadre de puro grande que se ha mostrado en la ratonera asiática.
La calculadora nos anunció que necesitaba cinco podios en las cinco carreras restantes a partir de Monza, y ha cumplido, y lo ha hecho como han acostumbrado a hacer siempre los conductores fríos y calculadores a los que se ha sacado del armario para intentar ensombrecer la calidad e inteligencia del de Oviedo. Y es que sí, Prost y Lauda, más el primero que el segundo, para qué vamos a negarlo, no se limitaban a amarrar puntos (por cierto, para amarrategui, Hamilton en 2008), sino que peleaban por las victorias tomando sólo los riesgos necesarios, ni uno más ni uno menos, porque eran conscientes de que para que el esfuerzo merezca realmente la pena y cunda, hay que llegar a la meta, y si es en la primera posición, mejor que mejor.
Fernando es un piloto maduro, y como hemos relatado en este blog hasta la saciedad, sabe cómo ajustarse a las circunstancias, cómo sembrar el pánico entre sus rivales, cómo sentar plaza y defenderla. Así las cosas, el sábado se sacaba de la manga una vuelta estratosférica que ponía a su Ferrari, física y psicológicamente, por delante de los Red Bull y los McLaren. Y esta tarde, tras una salida no demasiado buena, imponía su ley en Singapur tirando de oficio, enseñándonos que es el mejor por algo, que sus compañeros le consideran el mejor por algo, y que por ese algo se le teme precisamente, incluso entre aquellos que prefieren seguir mirando para otro lado.
La calculadora
Menos mal que no he sido yo quien ha acuñado el término según el cual los detractores de Fernando Alonso se las prometían aburridas desde casi anteayer a que termine esta temporada. Menos mal, también, que el paralelismo evidente con Alain Prost, incluso con Niki Lauda, lo han trazado quienes auguraban toneladas de tedio desde Italia a Abu Dhabi…
A pesar de la alegría que me invade, no sé si mostrame pletórico porque mi optimismo ha encontrado en Singapur la respuesta esperada, o enseñarme esta noche con perfil bajo por evitar el qué dirán que te tilda de forofo en cuanto te descuidas. Sí, soy consciente de que estamos llegando donde todos soñábamos llegar, pero conviene serenar un poco los ánimos, porque buena parte del saldo cosechado esta tarde, se lo debe Fernando a la tonta percepción de las cosas que impera en Red Bull, y al tipo que le impidió crecer por otro sendero, cuando allá por 2007 tuvo a bien interpretar el papel de piedra en el camino, en McLaren, bajo los auspicios de un Ron Dennis al que se le escapó en China de aquel año que su escudería luchaba contra el asturiano.
Tiene su tela que Alonso sea el tipo a batir sobre la pista desde que asomó las orejas en 2003, y que aquí haya quien todavía no se ha dado cuenta de que tiene que ser por algo…
En fin, la calculadora se había puesto en marcha desde hace tiempo (tuvo narices de avisarnos y todo), aunque los resultados no acompañaran, y ha estado funcionando con la misma precisión como la vista hoy, cuando el mejor piloto de la parrilla nos ha ofrecido un recital de buena conducción mientras aguantaba a un Sebastian Vettel que sencillamente se ha salido del encuadre de puro grande que se ha mostrado en la ratonera asiática.
La calculadora nos anunció que necesitaba cinco podios en las cinco carreras restantes a partir de Monza, y ha cumplido, y lo ha hecho como han acostumbrado a hacer siempre los conductores fríos y calculadores a los que se ha sacado del armario para intentar ensombrecer la calidad e inteligencia del de Oviedo. Y es que sí, Prost y Lauda, más el primero que el segundo, para qué vamos a negarlo, no se limitaban a amarrar puntos (por cierto, para amarrategui, Hamilton en 2008), sino que peleaban por las victorias tomando sólo los riesgos necesarios, ni uno más ni uno menos, porque eran conscientes de que para que el esfuerzo merezca realmente la pena y cunda, hay que llegar a la meta, y si es en la primera posición, mejor que mejor.
Fernando es un piloto maduro, y como hemos relatado en este blog hasta la saciedad, sabe cómo ajustarse a las circunstancias, cómo sembrar el pánico entre sus rivales, cómo sentar plaza y defenderla. Así las cosas, el sábado se sacaba de la manga una vuelta estratosférica que ponía a su Ferrari, física y psicológicamente, por delante de los Red Bull y los McLaren. Y esta tarde, tras una salida no demasiado buena, imponía su ley en Singapur tirando de oficio, enseñándonos que es el mejor por algo, que sus compañeros le consideran el mejor por algo, y que por ese algo se le teme precisamente, incluso entre aquellos que prefieren seguir mirando para otro lado.
Fernando es de otro planeta