09-11-2011, 09:07
La noche más larga de Alonso
08 NOV 2011 11:34
Apenas probó la ensalada ni aquella pasta que su fiel Fabri le había preparado con esmero. En el comedor del hotel Yas Marina, dentro del circuito de Abu Dhabi, movía el tenedor por el plato en silencio mientras en la mesa su gente cambiaba de tema para levantar la noche. Comentarios en español e italiano sobre las vacaciones que llegaban o sobre anécdotas del año en ese final de curso que todos vivían. Terapia forzada y él a lo suyo, con los ojos hundidos de cansancio y lágrimas, desfondado y triste por haber perdido horas antes su tercer título de campeón del mundo de Fórmula 1.
Su noche fue larguísima repasando mentalmente una y otra vez lo que había sucedido, preguntándose por qué su equipo, preso del pánico, le había hecho entrar a boxes en un absurdo intento de marcaje a Webber cuanto todos sabían ya a esas alturas que Vettel era el caballo ganador de Red Bull, por qué no habían tirado de sensatez para continuar en la pista, por qué defenderse a la larga cuando quedaba tanta carrera, por qué inventar estrategias atolondradas el día que más conservadores tenían que ser...
Él le daba vueltas a la película de la carreras con el rumor de la madrugada entrando por las ventanas. Música de fondo y luces de las fiestas que cerraban el año y a las que Fernando Alonso no acudió, ni en Yas Marina ni en la capital, donde otros, como su compañero Massa, sí bailaban en la velada más dura de la historia reciente de Ferrari. Horas amargas también para casi todos los españoles que habíamos viajado a Abu Dhabi para contar y escribir cómo el asturiano se proclamaba campeón en su primera temporada de rojo. Páginas tiradas a la basura, gráficos detenidos y crónicas de urgencia en cierres al límite.
El despertar para el piloto resultó durísimo, maldito lunes 15 de noviembre, tan feo como los días que llegaron con el fracaso enfriándose poco a poco. Después, pragmático siempre, el español exprimió el fiasco para quedarse con las vertiente positiva de un Mundial inolvidable. Es cierto que perdió la corona, pero su reacción y la manera en que arrastró a su titubeante equipo hasta el último domingo con fuertes opciones de ser campeón fueron un ejemplo de tesón, talento e inteligencia al volante.
Reafirmó su liderazgo en Ferrari y en el paddock, donde se le considera el piloto más completo del momento incluso ante un Sebastian Vettel que crece con cada victoria. Desde un curioso punto de vista, también cree que de haber ganado, ahora mismo su escudería estaría en peor situación aún, por el efecto de relajación y euforia que hubiera supuesto el éxito, un triunfo logrado por los azares de la competición y por sus esfuerzos al volante, no por el poderío mecánico de un coche netamente inferior ya en aquellos momentos al Red Bull.
Pero lo cierto es que Ferrari, encima sin título, no está mucho mejor ahora. El fracaso de Abu Dhabi provocó un terremoto interno en la organización, buscando culpables por el fallo de estrategia en la carrera, y cambiando el modelo de gestión de grupos de la escudería. Un análisis que quizá les despistó del fin básico: la producción de un coche superior que plantara cara al enemigo energético. Al contrario, tardaron en detectar que los datos del túnel del viento sobre el monoplaza de 2011 eran una trampa y cuando quisieron reaccionar, Vettel volaba ya hacia el segundo título.
Casi un año después, Alonso vuelve este fin de semana a la pista donde lloró de pena, pero lo hace sin la tensión de entonces, sin el cosquilleo en el estómago, porque el Mundial acabó hace semanas, aunque el calendario obligue a estas funciones de puro relleno para cumplir el expediente. Y otros nos quedamos en tierra porque desafortunadamente hay muy poco que contar.
http://www.elmundo.es/blogs/deportes/aqu...lonso.html
08 NOV 2011 11:34
Apenas probó la ensalada ni aquella pasta que su fiel Fabri le había preparado con esmero. En el comedor del hotel Yas Marina, dentro del circuito de Abu Dhabi, movía el tenedor por el plato en silencio mientras en la mesa su gente cambiaba de tema para levantar la noche. Comentarios en español e italiano sobre las vacaciones que llegaban o sobre anécdotas del año en ese final de curso que todos vivían. Terapia forzada y él a lo suyo, con los ojos hundidos de cansancio y lágrimas, desfondado y triste por haber perdido horas antes su tercer título de campeón del mundo de Fórmula 1.
Su noche fue larguísima repasando mentalmente una y otra vez lo que había sucedido, preguntándose por qué su equipo, preso del pánico, le había hecho entrar a boxes en un absurdo intento de marcaje a Webber cuanto todos sabían ya a esas alturas que Vettel era el caballo ganador de Red Bull, por qué no habían tirado de sensatez para continuar en la pista, por qué defenderse a la larga cuando quedaba tanta carrera, por qué inventar estrategias atolondradas el día que más conservadores tenían que ser...
Él le daba vueltas a la película de la carreras con el rumor de la madrugada entrando por las ventanas. Música de fondo y luces de las fiestas que cerraban el año y a las que Fernando Alonso no acudió, ni en Yas Marina ni en la capital, donde otros, como su compañero Massa, sí bailaban en la velada más dura de la historia reciente de Ferrari. Horas amargas también para casi todos los españoles que habíamos viajado a Abu Dhabi para contar y escribir cómo el asturiano se proclamaba campeón en su primera temporada de rojo. Páginas tiradas a la basura, gráficos detenidos y crónicas de urgencia en cierres al límite.
El despertar para el piloto resultó durísimo, maldito lunes 15 de noviembre, tan feo como los días que llegaron con el fracaso enfriándose poco a poco. Después, pragmático siempre, el español exprimió el fiasco para quedarse con las vertiente positiva de un Mundial inolvidable. Es cierto que perdió la corona, pero su reacción y la manera en que arrastró a su titubeante equipo hasta el último domingo con fuertes opciones de ser campeón fueron un ejemplo de tesón, talento e inteligencia al volante.
Reafirmó su liderazgo en Ferrari y en el paddock, donde se le considera el piloto más completo del momento incluso ante un Sebastian Vettel que crece con cada victoria. Desde un curioso punto de vista, también cree que de haber ganado, ahora mismo su escudería estaría en peor situación aún, por el efecto de relajación y euforia que hubiera supuesto el éxito, un triunfo logrado por los azares de la competición y por sus esfuerzos al volante, no por el poderío mecánico de un coche netamente inferior ya en aquellos momentos al Red Bull.
Pero lo cierto es que Ferrari, encima sin título, no está mucho mejor ahora. El fracaso de Abu Dhabi provocó un terremoto interno en la organización, buscando culpables por el fallo de estrategia en la carrera, y cambiando el modelo de gestión de grupos de la escudería. Un análisis que quizá les despistó del fin básico: la producción de un coche superior que plantara cara al enemigo energético. Al contrario, tardaron en detectar que los datos del túnel del viento sobre el monoplaza de 2011 eran una trampa y cuando quisieron reaccionar, Vettel volaba ya hacia el segundo título.
Casi un año después, Alonso vuelve este fin de semana a la pista donde lloró de pena, pero lo hace sin la tensión de entonces, sin el cosquilleo en el estómago, porque el Mundial acabó hace semanas, aunque el calendario obligue a estas funciones de puro relleno para cumplir el expediente. Y otros nos quedamos en tierra porque desafortunadamente hay muy poco que contar.
http://www.elmundo.es/blogs/deportes/aqu...lonso.html