11-08-2011, 19:31
Acabo de regresar de una invitación de Ferrari ha pasar un par de días con el equipo en Madonna. Sí, donde la nieve en invierno, pero ahora en verano, pues sin nieve. Se trataba de una convivencia tranquila y de disfrutar de los Dolomitas con Fernando, Domenicali y otros miembros más del equipo. He de confesar que estuvo muy bien, pero que nos reventaron a andar, horas y horas. En fin, nunca una rueda de prensa costó tantos sudores... pero también he visto cosas nuevas, o a mi me lo parecen, del piloto español.
“Si miro atrás, a cómo pilotaba cuando tenía 19 años, no puedo reconocerme, no sabía nada”. Recién cumplidos los 30, Fernando está en su momento zen, algo único, aunque desde fuera parezca que no estará contento hasta que no lleguen más títulos. “Son los mejores años de mi vida”, no se cansa de decir.
Estos días, durante la relajada reunión veraniega de Madonna, se le ha visto bajando cuestas demenciales en bici de montaña con Stefano, tan ‘alocado‘ como él, de carcajadas con la propia mujer del jefe colina arriba y colina abajo, charlando con patrocinadores como Philip Morris como si fueran amigos de toda la vida. Todo esto era impensable en McLaren. O quizás en cualquier otro sitio que no sea Ferrari.
Fernando se encuentra en un lugar de ensueño para cualquier piloto, para cualquier amante del automovilismo. En Maranello no se vive de forma normal, y va tres o cuatro días cada dos semanas, que a él le saben a poco y a los suyos se le hacen eternos. Porque Fernando está con los ingenieros, o dando vueltas al simulador, pero media hora después prueba un prototipo de calle en Fiorano o algo experimental. No es extraño que termine muchos días jugando al fútbol con sus mecánicos en la propia fábrica.
“Todos quieren vestir este mono, pilotar el Ferrari, y lo entiendo. Aunque algunos lo reconocerán y otros no”, señaló el sábado el una de las cimas de los Dolomitas italianos. “Por eso soy un privilegiado, independientemente de los resultados”. Fernando es el tipo de piloto que ha sufrido lo más duro de este deporte, jugarte el futuro en carreras de karts cuando era adolescente, quedarte sin patrocinador a mitad de año, o debutar en F1 con el peor coche de la parrilla. Muy pocos llegan a la cima tras ese camino, y saben saborearlo.
“Cuando llegas a la Fórmula 1 te sientes más competitivo porque vienes de distintas categorías menores que has ido ganando, pero de repente no tienes el mejor coche, sino el más pobre, pero tienes hambre y quieres hacerlo bien”, reflexionaba Fernando contemplando las monolíticas montañas alpinas. “Pero en realidad no sabes nada, yo no sabía nada de cómo pilotar estos coches, de cómo conservar neumáticos, o incluso procedimientos de salida o de ‘pit-stop’. No era lo suficientemente bueno, era imposible estar listo para la F1. Luego ya lo ves todo con más distancia, más allá de la primera curva”.
Ahora, vestido de Ferrari, él que ha venido de la perfección formal de McLaren, está como en su casa. Fernando ya vivió en Italia varios años en su época kartista, aprendió el idioma y su cultura, su comida, sus giros y sus guiños. Ser un símbolo de Maranello es la culminación infantil, por eso encajó como un guante el primer día, algo que le costó más años a Michael Schumacher. Si luego llega su jefe y dice que es el mejor piloto del mundo y le extiende el contrato cinco años para que lidere la profunda reestructuración técnica y filosófica de la Scuderia, pues lógicamente, no se le va la sonrisa de la cara, aunque el título se resista. A todos nos pasaría lo mismo.
“Mira, cada día mejoras un poco, aunque te digan que eres el mejor. Cada día en el simulador hay una cosa nueva, un cambio en la puesta a punto del coche o algo experimental que pruebas, ves los resultados, y te lo llevas esa noche”, nos contaba Fernando mientras miraba de reojo la manada de vacas que seguía a la expedición Ferrari-periodistas.
(En la imagen, este humilde periodista bajando peldaños... el último. Nira un poco más adelante. Ella si se atrevió a pillar la bici, yo, honestamente, no. Están zumbados...)
“Luego un día estás en el coche y tienes subviraje o sobreviraje en varias curvas, o el coche no es bueno pasando por los pianos y de repente piensas en ese cambio que hiciste ese día en el simulador y que igual te funciona. Por eso vas siendo mejor día a día, por eso este es el mejor año de mi carrera en cuanto estilo de pilotaje”, subrayaba.
Quiere ganar el título o los títulos que sean por todo eso, porque esta aventura no le puede salir mal, porque disfruta cada minuto aquí, de cada actividad que hace Ferrari, con ese tono tan familiar y distinto, de cada coche y de cada persona del equipo, hasta de la comida que hacen, del hecho mismo de haber llegado ahí, por estar viviendo algo que no le pasa a muchos pilotos, y por estar en el momento cumbre de su vida. A Fernando ya le están cayendo alguno que otro palo en Italia. El último en el diario Il Tempo, en el que son duros con su incosistencia este año, y con sus errores iniciales y valoran como muy dudosa su renovación hasta 2016. No iba a ser todo un cuento de hadas. Nunca lo ha sido y nunca lo podrá ser.
(Fotito de grupo entre horas y horas de caminata. Si, estoy sonriendo para disimular el 'hechopolvismo' pero los demas igual. Que 'farsantes' todos....
http://www.marca.com/blogs/elgrancirco/2...o-zen.html
“Si miro atrás, a cómo pilotaba cuando tenía 19 años, no puedo reconocerme, no sabía nada”. Recién cumplidos los 30, Fernando está en su momento zen, algo único, aunque desde fuera parezca que no estará contento hasta que no lleguen más títulos. “Son los mejores años de mi vida”, no se cansa de decir.
Estos días, durante la relajada reunión veraniega de Madonna, se le ha visto bajando cuestas demenciales en bici de montaña con Stefano, tan ‘alocado‘ como él, de carcajadas con la propia mujer del jefe colina arriba y colina abajo, charlando con patrocinadores como Philip Morris como si fueran amigos de toda la vida. Todo esto era impensable en McLaren. O quizás en cualquier otro sitio que no sea Ferrari.
Fernando se encuentra en un lugar de ensueño para cualquier piloto, para cualquier amante del automovilismo. En Maranello no se vive de forma normal, y va tres o cuatro días cada dos semanas, que a él le saben a poco y a los suyos se le hacen eternos. Porque Fernando está con los ingenieros, o dando vueltas al simulador, pero media hora después prueba un prototipo de calle en Fiorano o algo experimental. No es extraño que termine muchos días jugando al fútbol con sus mecánicos en la propia fábrica.
“Todos quieren vestir este mono, pilotar el Ferrari, y lo entiendo. Aunque algunos lo reconocerán y otros no”, señaló el sábado el una de las cimas de los Dolomitas italianos. “Por eso soy un privilegiado, independientemente de los resultados”. Fernando es el tipo de piloto que ha sufrido lo más duro de este deporte, jugarte el futuro en carreras de karts cuando era adolescente, quedarte sin patrocinador a mitad de año, o debutar en F1 con el peor coche de la parrilla. Muy pocos llegan a la cima tras ese camino, y saben saborearlo.
“Cuando llegas a la Fórmula 1 te sientes más competitivo porque vienes de distintas categorías menores que has ido ganando, pero de repente no tienes el mejor coche, sino el más pobre, pero tienes hambre y quieres hacerlo bien”, reflexionaba Fernando contemplando las monolíticas montañas alpinas. “Pero en realidad no sabes nada, yo no sabía nada de cómo pilotar estos coches, de cómo conservar neumáticos, o incluso procedimientos de salida o de ‘pit-stop’. No era lo suficientemente bueno, era imposible estar listo para la F1. Luego ya lo ves todo con más distancia, más allá de la primera curva”.
Ahora, vestido de Ferrari, él que ha venido de la perfección formal de McLaren, está como en su casa. Fernando ya vivió en Italia varios años en su época kartista, aprendió el idioma y su cultura, su comida, sus giros y sus guiños. Ser un símbolo de Maranello es la culminación infantil, por eso encajó como un guante el primer día, algo que le costó más años a Michael Schumacher. Si luego llega su jefe y dice que es el mejor piloto del mundo y le extiende el contrato cinco años para que lidere la profunda reestructuración técnica y filosófica de la Scuderia, pues lógicamente, no se le va la sonrisa de la cara, aunque el título se resista. A todos nos pasaría lo mismo.
“Mira, cada día mejoras un poco, aunque te digan que eres el mejor. Cada día en el simulador hay una cosa nueva, un cambio en la puesta a punto del coche o algo experimental que pruebas, ves los resultados, y te lo llevas esa noche”, nos contaba Fernando mientras miraba de reojo la manada de vacas que seguía a la expedición Ferrari-periodistas.
(En la imagen, este humilde periodista bajando peldaños... el último. Nira un poco más adelante. Ella si se atrevió a pillar la bici, yo, honestamente, no. Están zumbados...)
“Luego un día estás en el coche y tienes subviraje o sobreviraje en varias curvas, o el coche no es bueno pasando por los pianos y de repente piensas en ese cambio que hiciste ese día en el simulador y que igual te funciona. Por eso vas siendo mejor día a día, por eso este es el mejor año de mi carrera en cuanto estilo de pilotaje”, subrayaba.
Quiere ganar el título o los títulos que sean por todo eso, porque esta aventura no le puede salir mal, porque disfruta cada minuto aquí, de cada actividad que hace Ferrari, con ese tono tan familiar y distinto, de cada coche y de cada persona del equipo, hasta de la comida que hacen, del hecho mismo de haber llegado ahí, por estar viviendo algo que no le pasa a muchos pilotos, y por estar en el momento cumbre de su vida. A Fernando ya le están cayendo alguno que otro palo en Italia. El último en el diario Il Tempo, en el que son duros con su incosistencia este año, y con sus errores iniciales y valoran como muy dudosa su renovación hasta 2016. No iba a ser todo un cuento de hadas. Nunca lo ha sido y nunca lo podrá ser.
(Fotito de grupo entre horas y horas de caminata. Si, estoy sonriendo para disimular el 'hechopolvismo' pero los demas igual. Que 'farsantes' todos....
http://www.marca.com/blogs/elgrancirco/2...o-zen.html
ALONSO ES LA DESCRIPCIÓN DEL PILOTO PERFECTO.
Allí dónde el amor venza al miedo, solo allí nos encontraremos.
Allí dónde el amor venza al miedo, solo allí nos encontraremos.