25-11-2012, 22:27
Vettel, gran piloto, y Red Bull, excelso coche, rubricaron el tercer título mundial de F1 consecutivo tras finalizar en la sexta posición del GP de Brasil. Alonso, excelso piloto, y Ferrari, mediocre coche, finalizaron segundos y rubricaron un subcampeonato que consagra al español como el mejor de la actual parrilla.
El Mundial de F1 quedó retratado a la perfección en la primera curva del GP de Brasil. Fernando Alonso, séptimo en la parrilla, buscó los límites de su Ferrari, los halló y se colocó tercero. Vettel, cuarto en la salida, quiso ser conservador y se encontró en medio de la jauría que habitualmente ha sufrido el español en cada GP. Y la selva le engulló. Senna le golpeó, le hizo trompear y pareció abrirse el cielo para el ovetense. Error.
Red Bull fabricó hace tres años un coche casi perfecto que, además, ha sabido ir modernizando cada vez que ha hecho falta. Y, aunque la mecánica (Renault) sufre de vez en cuando algunos problemas de fiabilidad, si la cuestión es, como ayer, aerodinámica, no hay misil que lo destruya ni afecte siquiera. El golpe abolló la zona lateral izquierda trasera del bólido, pero este no se resintió. Aguantó 71 vueltas como si tal cosa.
La escudería austriaca cuenta también con un extraordinario piloto, Sebastian Vettel, al que le falta una pizca de temple pero le sobran manos y pies para remangarse y embarcarse en una remontada que valía un título. Por supuesto que el coche ayuda, pero en condiciones cambiantes y peligrosísimas –ahora llueve, ahora para-, dio otra lección y fue ganando posiciones a toda velocidad hasta situarse en el lugar exacto que le proclamaba el tricampeón del mundo más joven de la historia de la F1 con 25 años.
En una carrera dramática, puro espectáculo de los que han hecho grande a la F1, Alonso necesitaba subir al podio para tener alguna opción, pero su ritmo no era el de otras ocasiones. Los dos McLaren que partieron desde la primera línea –Hamilton y Button- circulaban a años luz y se disputaban a cara de perro el último triunfo del año. Y Hulkenberg, a bordo de un Force India, les sacaba los colores a las lentas cafeteras rojas del asturiano y de Massa. El brasileño, por cierto, ha terminado el curso pletórico. Y servicial. Porque el bloqueo que le hizo a Webber en la salida para permitir el adelantamiento de Alonso fue de manual. Y luego estuvo ayudando vuelta tras vuelta en todo lo que hizo falta.
Las variaciones en el estado del asfalto –mojado y seco- contribuyeron a continuos cambios de neumáticos, pero lo cierto es que el título de Vettel solo peligró de verdad con el accidente inicial que le retrasó hasta la última posición. Lo cual no significa que la incertidumbre y el sufrimiento del germano estuvieran presentes hasta la última vuelta. Luego, Alonso aprovechó la colisión entre Hulkenberg y Hamilton para colocarse segundo –posición amablemente cedida por Massa-, pero nunca tuvo siquiera a la vista a Button, piloto siempre fino y fiable cuando circula en cabeza y en solitario.
Como Vettel iba sexto, sólo cabía esperar un desfallecimiento del británico porque si Alonso ganaba en Interlagos el alemán estaba obligado a ser cuarto, pero Button no desaprovechó la ocasión de reivindicarse como líder ante la inminente llegada de Sergio Pérez el año próximo a McLaren. Jenson ganó, los dos Ferrari completaron el podio y Vettel celebró por todo lo alto en su garaje el tercer título consecutivo. Una marca grandiosa solo al alcance de los elegidos.
vozpopuli.com
El Mundial de F1 quedó retratado a la perfección en la primera curva del GP de Brasil. Fernando Alonso, séptimo en la parrilla, buscó los límites de su Ferrari, los halló y se colocó tercero. Vettel, cuarto en la salida, quiso ser conservador y se encontró en medio de la jauría que habitualmente ha sufrido el español en cada GP. Y la selva le engulló. Senna le golpeó, le hizo trompear y pareció abrirse el cielo para el ovetense. Error.
Red Bull fabricó hace tres años un coche casi perfecto que, además, ha sabido ir modernizando cada vez que ha hecho falta. Y, aunque la mecánica (Renault) sufre de vez en cuando algunos problemas de fiabilidad, si la cuestión es, como ayer, aerodinámica, no hay misil que lo destruya ni afecte siquiera. El golpe abolló la zona lateral izquierda trasera del bólido, pero este no se resintió. Aguantó 71 vueltas como si tal cosa.
La escudería austriaca cuenta también con un extraordinario piloto, Sebastian Vettel, al que le falta una pizca de temple pero le sobran manos y pies para remangarse y embarcarse en una remontada que valía un título. Por supuesto que el coche ayuda, pero en condiciones cambiantes y peligrosísimas –ahora llueve, ahora para-, dio otra lección y fue ganando posiciones a toda velocidad hasta situarse en el lugar exacto que le proclamaba el tricampeón del mundo más joven de la historia de la F1 con 25 años.
En una carrera dramática, puro espectáculo de los que han hecho grande a la F1, Alonso necesitaba subir al podio para tener alguna opción, pero su ritmo no era el de otras ocasiones. Los dos McLaren que partieron desde la primera línea –Hamilton y Button- circulaban a años luz y se disputaban a cara de perro el último triunfo del año. Y Hulkenberg, a bordo de un Force India, les sacaba los colores a las lentas cafeteras rojas del asturiano y de Massa. El brasileño, por cierto, ha terminado el curso pletórico. Y servicial. Porque el bloqueo que le hizo a Webber en la salida para permitir el adelantamiento de Alonso fue de manual. Y luego estuvo ayudando vuelta tras vuelta en todo lo que hizo falta.
Las variaciones en el estado del asfalto –mojado y seco- contribuyeron a continuos cambios de neumáticos, pero lo cierto es que el título de Vettel solo peligró de verdad con el accidente inicial que le retrasó hasta la última posición. Lo cual no significa que la incertidumbre y el sufrimiento del germano estuvieran presentes hasta la última vuelta. Luego, Alonso aprovechó la colisión entre Hulkenberg y Hamilton para colocarse segundo –posición amablemente cedida por Massa-, pero nunca tuvo siquiera a la vista a Button, piloto siempre fino y fiable cuando circula en cabeza y en solitario.
Como Vettel iba sexto, sólo cabía esperar un desfallecimiento del británico porque si Alonso ganaba en Interlagos el alemán estaba obligado a ser cuarto, pero Button no desaprovechó la ocasión de reivindicarse como líder ante la inminente llegada de Sergio Pérez el año próximo a McLaren. Jenson ganó, los dos Ferrari completaron el podio y Vettel celebró por todo lo alto en su garaje el tercer título consecutivo. Una marca grandiosa solo al alcance de los elegidos.
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No se construirá una nueva era con las armas,sino con las manos que las llevan