25-05-2011, 09:03
Sábado, 16.00 horas, Montmeló, poco después de acabar la sesión de clasificación. Alonso es cuarto tras una última vuelta estelar. Rueda de prensa:
«Estoy contento y aunque soy cuarto, saldré bien, adelantaré a Vettel y me podré líder en la primera curva».
Tal cual lo dijo, con las risas de los periodistas sonando de fondo ante su sonrisa por haber anunciado semejante bravuconada. ¿De cuarto a primero en la salida? ¿Con ese Ferrari que arranca a pedales?...
Todos vimos 22 horas después lo que pasó con NostraAlonso y su monoplaza, planeando entre rivales, siguiendo el rebufo del alemán y plantándose decidido y ambicioso al frente de la carrera al llegar a la primera curva. Todo en 600 metros, todo al límite, sin mirar los retrovisores y avanzando casi por instinto en la desbocada manada de monoplazas. Con un par.
¿Valen un par capotazos la entrada? Pues depende de cómo sean, pero mucho aficionados bien lo pagan por deleitarse con ellos, aunque luego el astado no dé para más. Alonso firmó el sábado una vuelta rápida de libro y su salida del domingo está ya en la videoteca junto a sus mejores descorches de carrera, sin duda el más espectacular desde que llegó a Ferrari. Sus zigzagueos recordaron a los saltos que protagonizaba con aquel explosivo Renault azul de hace un lustro. Dos acciones de rabia para rebelarse dentro de un coche que después se desplomó en ruta.
Los defectos del monoplaza que este año ha parido Maranello quedaron reflejados con crudeza en un circuito antipático con su configuración. Temían sufrir, y tanto que lo hicieron, en las curvas rápidas del tercer sector. Sin agarre por falta de aerodinámica (poca ala), el coche patina en los giros provocando que las delicadas Pirelli sufran de más. El efecto, la pérdida de rendimiento, de velocidad. Un desastre, aunque los ferraristas creen que no están tan mal, como quedó demostrado en citas anteriores, y, esperan, se pueda ver en Montecarlo y Canadá, las dos siguientes paradas.
¿Castillos en el aire? Veremos si la razón mecánica no vuelve a imponerse a la fe casi ciega de Alonso, que se agarra a la remontada del pasado año para seguir pensando que hay vida. La hay, pero requiere seguir al gran nivel de pilotaje que está en la actualidad, azuzar a sus ingenieros para que con urgencia encuentren soluciones para el Ferrari y después, que Vettel comience a fallar... si es posible.
Si no, el recorte de la distancia en la general será una empresa definitivamente utópica. En las calles de Montecarlo, donde priman las manos (la fe) a la razón (la mecánica) pueden ser un lucido escenario para cambiar la tónica de la temporada.
el mundo
ALONSO ES LA DESCRIPCIÓN DEL PILOTO PERFECTO.
Allí dónde el amor venza al miedo, solo allí nos encontraremos.
Allí dónde el amor venza al miedo, solo allí nos encontraremos.
