06-06-2011, 16:11
El equipo austriaco apostó a uno de sus hombres delante del box de la 'Scuderia' durante toda la carrera. Incluso les tapaba la visibilidad hacia afuera.
La paranoia de los espionajes sobre el terreno entre Red Bull y Ferrari vivió otro atípico y simpático episodio durante el Gran Premio de Mónaco. Ya se sabe, Red Bull acusa a Ferrari de estar pinchando de alguna manera las comunicaciones por radio y enterarse de las decisiones del equipo. De esta manera habrían sido capaces de calcarles las paradas en la carrera anterior, la de Montmeló, a una velocidad de reacción impropia. Alonso era la sombra de Webber.
Lo que terminó por enfadar a los de la bebida energética entonces es que incluso hicieron una llamada falsa al australiano en aquella cita y dicen que en Ferrari también la escucharon-entendieron e hicieron parar a Fernando. O sea que más allá de fijarse en cuándo se mueven los mecánicos, les tenían que estar oyendo. La cosa no fue a más durante la semana de Mónaco, al menos públicamente, ya que Adrian Newey rebajó un poco el tono, y lo dejó en mera sospecha por la capacidad de improvisación de Ferrari.
Sin embargo, privadamente, el equipo austriaco tenía una sorpresa preparada. En cuanto empezó la carrera el domingo colocó a uno de los miembros de su equipo enfrente del box de Ferrari para controlarles, algo que no está prohibido, pero que no es nada habitual. La gente de Ferrari no daba crédito, especialmente cuando iban pasando los minutos y el hombre seguía ahí clavado mirando y observando sus movimientos. Cada vez que había una parada en Ferrari, hablaba por radio con su equipo.
"Le va a quemar al sol", decían los mecánicos italianos, que en el ir y venir saludaban amablemente, y no sin cierta sorna, al infiltrado. Con lo estrecho que es Mónaco, incluso Stefano Domenicali tenía problemas para contemplar todas las maniobras que ocurrían en boxes con el tipo en medio, impertérrito al abrasador sol de la Costa Azul.
Al final de la carrera, cuando salió a pista el segundo coche de seguridad tras el accidente a falta de nueve vueltas, los mecánicos trataron de aprovechar la presencia del espía que les achuchaba para tender otra trampa a su rival y amagaron con salir a la zona de pit para simular un parada urgente de Alonso. Sin embargo, los energéticos no picaron.
Veremos si en Canadá hay un tercer capítulo de esta saga de espionajes, algo descafeinada comparada con la de 2007 entre McLaren y Ferrari, pero con personajes sorprendentes. El año pasado fue una de las pocas carreras en las que Red Bull se vio en serios aprietos y el doblete en aquella ocasión fue para Hamilton y Button, con Alonso tercero.
Fuente: Marca.com
La paranoia de los espionajes sobre el terreno entre Red Bull y Ferrari vivió otro atípico y simpático episodio durante el Gran Premio de Mónaco. Ya se sabe, Red Bull acusa a Ferrari de estar pinchando de alguna manera las comunicaciones por radio y enterarse de las decisiones del equipo. De esta manera habrían sido capaces de calcarles las paradas en la carrera anterior, la de Montmeló, a una velocidad de reacción impropia. Alonso era la sombra de Webber.
Lo que terminó por enfadar a los de la bebida energética entonces es que incluso hicieron una llamada falsa al australiano en aquella cita y dicen que en Ferrari también la escucharon-entendieron e hicieron parar a Fernando. O sea que más allá de fijarse en cuándo se mueven los mecánicos, les tenían que estar oyendo. La cosa no fue a más durante la semana de Mónaco, al menos públicamente, ya que Adrian Newey rebajó un poco el tono, y lo dejó en mera sospecha por la capacidad de improvisación de Ferrari.
Sin embargo, privadamente, el equipo austriaco tenía una sorpresa preparada. En cuanto empezó la carrera el domingo colocó a uno de los miembros de su equipo enfrente del box de Ferrari para controlarles, algo que no está prohibido, pero que no es nada habitual. La gente de Ferrari no daba crédito, especialmente cuando iban pasando los minutos y el hombre seguía ahí clavado mirando y observando sus movimientos. Cada vez que había una parada en Ferrari, hablaba por radio con su equipo.
"Le va a quemar al sol", decían los mecánicos italianos, que en el ir y venir saludaban amablemente, y no sin cierta sorna, al infiltrado. Con lo estrecho que es Mónaco, incluso Stefano Domenicali tenía problemas para contemplar todas las maniobras que ocurrían en boxes con el tipo en medio, impertérrito al abrasador sol de la Costa Azul.
Al final de la carrera, cuando salió a pista el segundo coche de seguridad tras el accidente a falta de nueve vueltas, los mecánicos trataron de aprovechar la presencia del espía que les achuchaba para tender otra trampa a su rival y amagaron con salir a la zona de pit para simular un parada urgente de Alonso. Sin embargo, los energéticos no picaron.
Veremos si en Canadá hay un tercer capítulo de esta saga de espionajes, algo descafeinada comparada con la de 2007 entre McLaren y Ferrari, pero con personajes sorprendentes. El año pasado fue una de las pocas carreras en las que Red Bull se vio en serios aprietos y el doblete en aquella ocasión fue para Hamilton y Button, con Alonso tercero.
Fuente: Marca.com
"Lo que se pierde en subida, no se recupera en la bajada."
Juan Manuel Fangio