EL PADDOCK DE NIRA
No nací para ser modelo
Hace cuatro años a estas alturas estaba hecha un manojo de nervios. Y hoy, a pesar del paso del tiempo, volvía a estarlo. Presentación oficial de la F1 en Antena3.
Nira posa con el Ferrari
Una hora de maquillaje y peluquería, paso por estilismo para ponerme un vestido monísimo de la muerte pero traicionero, y salida al ruedo. Me encuentro con un plató espectacular decorado con dos coches de F1, un HRT y un Ferrari, suelo a cuadros y taburetes a juego. Y recibiéndonos, decenas de fotógrafos con sus cámaras preparadas para disparar.
El equipo de la F1
Quizás sea el momento soñado para muchos de vosotros, pero no para mí. Yo tengo pesadillas porque lamentablemente no nací para ser modelo. “Mira aquí” te gritan mil voces y no sabes a dónde mirar. “Nira sonríe” y yo lo hago, pero me sale una sonrisa postiza q no la arregla ni el mejor Photoshop del mundo. Intento poner postura de modelo con brazos en jarra, mirada insinuante y cadera doblada. Pero lo dicho, que no es lo mío. Así que pido perdón a todos los fotógrafos de España.
Segundo momento incómodo: ronda de entrevistas. Normalmente soy yo la que hago las preguntas y por unos momentos me pongo en la piel de mis pilotos. Además, me enrollo como una persiana, me escucho y pienso “sintetiza”, pero no lo puedo evitar, me gusta hablar, a veces demasiado. Conclusión: prefiero preguntar.
La Fórmula 1 en Antena3
Y tercer momento ‘complicado’: presentación oficial ante los medios. Me señalan mi asiento y es una banqueta justo detrás de Antonio, Marc y Pedro. Me voy a sentar y mi vestido monísimo de la muerte se convierte en una trampa. Trepa sobre mis caderas e intento controlarlo. Solución, manos sobre las piernas y quedarme quieta como un maniquí. Cuando termina el acto me voy a bajar del taburete y se me han dormido las piernas. Intento que no se note, pero parezco Chiquito de la Calzada… Afortunadamente, sólo dura unos segundos. El acto ha terminado.
Respiro porque mejor o peor, he pasado la prueba y hemos arrancado motores. La próxima parada ya es en mi hábitat natural, el circuito de Albert Park, en Melbourne. Ahí volveré a sentirme como pez en el agua.