26-11-2012, 02:16
En los momentos de desasosiego por lo vivido me gusta mirar siempre hacia adelante, en busca de nuevas oportunidades, un borrón y cuenta nueva que me haga volver a tener esperanzas, esperanzas de que Fernando Alonso dispondrá de otra oportunidad el año que viene. Y van... Van tantas que a mí ya se me han agotado las esperanzas. Decía Nietzsche que "La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre". Y aquí estamos, atormentados temporada tras temporada viendo como el mejor entre los mejores derrocha talento y genialidad al servicio del espectáculo recibiendo a cambio buenas palabras pero poca retribución.
Aunque Steven Brust decía que "La lucha siempre merece la pena si el fin vale la pena y los medios son honestos", no nos engañemos, la honestidad no se cotiza hoy en día, y en un mundo de mediocres y ventajistas, hasta resulta un lastre. Pero Alonso es así, y así vive la F1.
Pero no es él problema, sino la máquina y sus diseñadores, que no han estado a la altura del piloto año tras año. Y ahora cabe preguntarse ¿lo estarán el proximo? Mucho han de cambiar las cosas en la casa roja si quieren plantarle cara al hacedor de coches indestructibles en la era de la aerodinámica y la fibra de carbono.
Desgraciadamente, ni parece que tengan un plan, ni un rumbo marcado, ni conozcan las reglas de la navegación, y sin eso no hay carta que nos lleve a buen puerto. Ya no sé si siquiera hay capitan en la nave, y aunque la marinería se esfuerce en alimentar las calderas, si el timón no gobierna la nave con criterio, el rumbo se vuelve incierto.
La nave roja no es una ONG, donde la buena voluntad y el altruismo están por encima de los resultados. Es una nave de combate al servicio de una empresa, ganar el mudial de pilotos y el de constructores, y cuando entra en batalla debe estar, cuanto menos, a la altura del enemigo, por tradición, medios técnicos, humanos, económicos y materiales. Y cuando no lo está, hay que empezar a exigir responsabilidades. El objetivo no puede ser "hacerlo lo mejor que podamos" sino "hacerlo mejor que los demás". Si Fernando Alonso se manejase con los mismos criterios, no sería el piloto que es y no estaríamos hoy tan apesadumbrados.
Es una pena que sus mejores años transcurran ente proyectos de ingeniería al servicio de grandes empeños que se los lleva el aire en el tunel del viento. Pero allí Fernando es feliz, porque lo hacen feliz sus mecánicos y sus ingenieros de batalla, que sufren con él los reveses de las prometedoras "evoluciones" de cada gran premio. Me temo que mientras no haya una gran evolución en Ferrari, no habrá evolución en sus monoplazas y Fernando Alonso tendrá que seguir nadando hasta la extenuación para acabar muriendo en la orilla.
Aunque Steven Brust decía que "La lucha siempre merece la pena si el fin vale la pena y los medios son honestos", no nos engañemos, la honestidad no se cotiza hoy en día, y en un mundo de mediocres y ventajistas, hasta resulta un lastre. Pero Alonso es así, y así vive la F1.
Pero no es él problema, sino la máquina y sus diseñadores, que no han estado a la altura del piloto año tras año. Y ahora cabe preguntarse ¿lo estarán el proximo? Mucho han de cambiar las cosas en la casa roja si quieren plantarle cara al hacedor de coches indestructibles en la era de la aerodinámica y la fibra de carbono.
Desgraciadamente, ni parece que tengan un plan, ni un rumbo marcado, ni conozcan las reglas de la navegación, y sin eso no hay carta que nos lleve a buen puerto. Ya no sé si siquiera hay capitan en la nave, y aunque la marinería se esfuerce en alimentar las calderas, si el timón no gobierna la nave con criterio, el rumbo se vuelve incierto.
La nave roja no es una ONG, donde la buena voluntad y el altruismo están por encima de los resultados. Es una nave de combate al servicio de una empresa, ganar el mudial de pilotos y el de constructores, y cuando entra en batalla debe estar, cuanto menos, a la altura del enemigo, por tradición, medios técnicos, humanos, económicos y materiales. Y cuando no lo está, hay que empezar a exigir responsabilidades. El objetivo no puede ser "hacerlo lo mejor que podamos" sino "hacerlo mejor que los demás". Si Fernando Alonso se manejase con los mismos criterios, no sería el piloto que es y no estaríamos hoy tan apesadumbrados.
Es una pena que sus mejores años transcurran ente proyectos de ingeniería al servicio de grandes empeños que se los lleva el aire en el tunel del viento. Pero allí Fernando es feliz, porque lo hacen feliz sus mecánicos y sus ingenieros de batalla, que sufren con él los reveses de las prometedoras "evoluciones" de cada gran premio. Me temo que mientras no haya una gran evolución en Ferrari, no habrá evolución en sus monoplazas y Fernando Alonso tendrá que seguir nadando hasta la extenuación para acabar muriendo en la orilla.