21-10-2010, 14:58
http://www.marca.com/blogs/elgrancirco/2...corea.html
Corea. Gran país. El viaje a lo desconocido, algo infrecuente en la caravana de la Fórmula 1, cambia el pulso del personal cuando llega una carrera nueva. Variar y cambiar es saludable para gente que recorre año tras año los mismos aeropuertos, hoteles y hasta habitaciones. Muchos se despiertan algunas mañanas y saben donde están, pero no qué año es, y no es broma.
A Fernando Alonso se le iluminaban los ojos en 2008 en Singapur. Sitio nuevo, carrera de noche, comida y costumbres nuevas, dormir de día, ir andando al circuito... estaba encantado de la vida. Lo mismo que en Abu Dhabi 2009. Igual que ayer miércoles.
(Cartel ofertando una cosa verde gelatinosa. No nos atrevimos a probarlo)
Con Corea pasa eso, porque la carrera no es en Seul, zona más o menos reconocible, sino al sur de la frontera, al sur de Corea del Sur. Muchos se esperaban la nada, o como los antiguos, que la tierra acabaría y habría un precipicio de agua al espacio. La cosa es que esta zona del planeta es tan normal y avanzada como pueda serlo España, grandes autopistas al sur y ciudades considerables. Hasta el clima es ideal.
La del circuito es Yeongam, aunque todo el mundo está en Mokpo, que parece más africano que coreano por el nombre. Sólo hay un problema, o el hotel es de cinco estrellas y duermes como un emperador o la otra opción es bajar a uno de dudoso perfil, con espejos en el techo, clientela por horas y ambiente íntimo. Era la comidilla en el paddock, claro, ya que todo el mundo está igual.
Pero que nadie se engañe, esto podría ser Hyundai city, porque la firma coreana tiene aquí hasta puerto propio, amén de fábrica y un hotel de lujo en la colina de la ciudad desde la que se divisa el circuito y más allá. Por supuesto los camiones, tractores y maquinaria que pueblan el circuito, son marca de la casa. Ayer trajeron un destacamento de soldados coreanos, sí, el mismísimo ejército, para terminar de montar las sillas.
Sea como fuere, todo queda muy cerca del circuito, ideal para la caravana de la F1 y los VIP's, a los que cada vez se gana más espacio cuando se construyen nuevos trazados. En éste, Bahréin, Turquía... los pisos sobre los boxes ya son propiedad de quien genera más dinero. La prensa, a galeras a remar.
"Sí, aquí estamos, existe", comenta un miembro de la FIA exultante el martes cuando llegamos al circuito a ver. Corea ha llegado por los pelos a los plazos establecidos por el máximo organismo federativo, aunque más que pelos, habría que hablar de melenas.
Recorriendo a pie y en coche el nuevo trazado de Tilke, el sexto consecutivo, a Yeongam no le falta de nada y le falta de todo. La fachada está, el trazado está hecho, las gradas motean el cielo, las luces se encienden, los boxes están frenéticos de trabajo, pero no hace falta investigar para ver las huellas de las prisas. "Vosotros tenéis suerte, habéis llegado por un acceso con carretera de asfalto. La han hecho esta mañana, porque ayer cuando yo vine, era de tierra", comenta un miembro del equipo Renault.
(Los chicos de Red Bull, en la recta de meta, probando el asfalto, mirando donde pueden estar las marcas de la parrilla de salida)
Mires por donde mires, hay sorpresas. Especialmente en las gradas. Las principales están perfectas, pero si te sales de la recta de meta algunas tienen la mitad del esqueleto metálico al descubierto, otras por completo, o a las que están más completitas le faltan los asientos, que se arremolinan en grandes montículos.
Debajo hay muchos operarios trazando rayas, repintando las publicidades o apretando el famoso astroturf, o hiérba sintética, allá donde acaban los pianos. Del podio ni hablamos. Sólo hay tres paneles grises que en su día, mejor dicho, dentro de cuatro días, albergarán a los ganadores del primer Gran Premio de Corea.
La crisis ha llegado también a las economías emergentes como la coreana, la decimoquinta del mundo. Ni siquiera ha edificado una construcción ciclópea como China, Bahrein o Turquía, ni falta que hace, y aún así llega con la lengua fuera para poner el liza un trazado discreto pero destacable.
La cosa es que por apurar, la principal preocupación es el asfalto: "Un asfalto nuevo necesita tres meses para asentarse y compactarse. Y éste no lleva ese tiempo, así que no sería raro que se levantara durante el fin de semana, como ya pasara hace dos años en Canadá. Es un poco chapuza", insiste el ingeniero de Renault. "Incluso hay dos posibles pit lanes construidos, y nadie sabe para qué, cuando todavía no terminaron el primero", afirma.
En el pit faltan detalles, los boxes de los equipos aún no tienen nombre adjudicado, no hay rayas en el suelo, y la recta de meta está aún virgen de marcas. Los obreros, a grito pelado, aún ajustaban ayer con el soplete los semáforos de la salida. Luego llegarán los pintores.
Pero bueno, lo principal es que lo importante del circuito está completamente hecho. Se puede correr, y salirse y todo con cierta seguridad. "Es un circuito semiurbano, excepto que le falta la ciudad", me dijo Tilke, que anda por el circuito dando explicaciones en todos los idiomas que puede. "No he intentado batir ningún record con la recta, es que lo pedía el diseño, se tiene que quedar luego para la ciudad que ira edificándose". Yo la recorrí el miércoles, los 1.2 kilómetros y tardé 15 minutos. Un rectón de los de toda la vida, que pica un poco en alto al final y cae en cuesta en el último tramo.
Sigue....
Corea. Gran país. El viaje a lo desconocido, algo infrecuente en la caravana de la Fórmula 1, cambia el pulso del personal cuando llega una carrera nueva. Variar y cambiar es saludable para gente que recorre año tras año los mismos aeropuertos, hoteles y hasta habitaciones. Muchos se despiertan algunas mañanas y saben donde están, pero no qué año es, y no es broma.
A Fernando Alonso se le iluminaban los ojos en 2008 en Singapur. Sitio nuevo, carrera de noche, comida y costumbres nuevas, dormir de día, ir andando al circuito... estaba encantado de la vida. Lo mismo que en Abu Dhabi 2009. Igual que ayer miércoles.
(Cartel ofertando una cosa verde gelatinosa. No nos atrevimos a probarlo)
Con Corea pasa eso, porque la carrera no es en Seul, zona más o menos reconocible, sino al sur de la frontera, al sur de Corea del Sur. Muchos se esperaban la nada, o como los antiguos, que la tierra acabaría y habría un precipicio de agua al espacio. La cosa es que esta zona del planeta es tan normal y avanzada como pueda serlo España, grandes autopistas al sur y ciudades considerables. Hasta el clima es ideal.
La del circuito es Yeongam, aunque todo el mundo está en Mokpo, que parece más africano que coreano por el nombre. Sólo hay un problema, o el hotel es de cinco estrellas y duermes como un emperador o la otra opción es bajar a uno de dudoso perfil, con espejos en el techo, clientela por horas y ambiente íntimo. Era la comidilla en el paddock, claro, ya que todo el mundo está igual.
Pero que nadie se engañe, esto podría ser Hyundai city, porque la firma coreana tiene aquí hasta puerto propio, amén de fábrica y un hotel de lujo en la colina de la ciudad desde la que se divisa el circuito y más allá. Por supuesto los camiones, tractores y maquinaria que pueblan el circuito, son marca de la casa. Ayer trajeron un destacamento de soldados coreanos, sí, el mismísimo ejército, para terminar de montar las sillas.
Sea como fuere, todo queda muy cerca del circuito, ideal para la caravana de la F1 y los VIP's, a los que cada vez se gana más espacio cuando se construyen nuevos trazados. En éste, Bahréin, Turquía... los pisos sobre los boxes ya son propiedad de quien genera más dinero. La prensa, a galeras a remar.
"Sí, aquí estamos, existe", comenta un miembro de la FIA exultante el martes cuando llegamos al circuito a ver. Corea ha llegado por los pelos a los plazos establecidos por el máximo organismo federativo, aunque más que pelos, habría que hablar de melenas.
Recorriendo a pie y en coche el nuevo trazado de Tilke, el sexto consecutivo, a Yeongam no le falta de nada y le falta de todo. La fachada está, el trazado está hecho, las gradas motean el cielo, las luces se encienden, los boxes están frenéticos de trabajo, pero no hace falta investigar para ver las huellas de las prisas. "Vosotros tenéis suerte, habéis llegado por un acceso con carretera de asfalto. La han hecho esta mañana, porque ayer cuando yo vine, era de tierra", comenta un miembro del equipo Renault.
(Los chicos de Red Bull, en la recta de meta, probando el asfalto, mirando donde pueden estar las marcas de la parrilla de salida)
Mires por donde mires, hay sorpresas. Especialmente en las gradas. Las principales están perfectas, pero si te sales de la recta de meta algunas tienen la mitad del esqueleto metálico al descubierto, otras por completo, o a las que están más completitas le faltan los asientos, que se arremolinan en grandes montículos.
Debajo hay muchos operarios trazando rayas, repintando las publicidades o apretando el famoso astroturf, o hiérba sintética, allá donde acaban los pianos. Del podio ni hablamos. Sólo hay tres paneles grises que en su día, mejor dicho, dentro de cuatro días, albergarán a los ganadores del primer Gran Premio de Corea.
La crisis ha llegado también a las economías emergentes como la coreana, la decimoquinta del mundo. Ni siquiera ha edificado una construcción ciclópea como China, Bahrein o Turquía, ni falta que hace, y aún así llega con la lengua fuera para poner el liza un trazado discreto pero destacable.
La cosa es que por apurar, la principal preocupación es el asfalto: "Un asfalto nuevo necesita tres meses para asentarse y compactarse. Y éste no lleva ese tiempo, así que no sería raro que se levantara durante el fin de semana, como ya pasara hace dos años en Canadá. Es un poco chapuza", insiste el ingeniero de Renault. "Incluso hay dos posibles pit lanes construidos, y nadie sabe para qué, cuando todavía no terminaron el primero", afirma.
En el pit faltan detalles, los boxes de los equipos aún no tienen nombre adjudicado, no hay rayas en el suelo, y la recta de meta está aún virgen de marcas. Los obreros, a grito pelado, aún ajustaban ayer con el soplete los semáforos de la salida. Luego llegarán los pintores.
Pero bueno, lo principal es que lo importante del circuito está completamente hecho. Se puede correr, y salirse y todo con cierta seguridad. "Es un circuito semiurbano, excepto que le falta la ciudad", me dijo Tilke, que anda por el circuito dando explicaciones en todos los idiomas que puede. "No he intentado batir ningún record con la recta, es que lo pedía el diseño, se tiene que quedar luego para la ciudad que ira edificándose". Yo la recorrí el miércoles, los 1.2 kilómetros y tardé 15 minutos. Un rectón de los de toda la vida, que pica un poco en alto al final y cae en cuesta en el último tramo.
Sigue....
Fernando es de otro planeta