Alonso emperador rojo
Ganó con una tremenda superioridad. Raikkonen y Hamilton completaron el podio. Vettel fue cuarto y se mantiene líder. Alonso es tercero a nueve puntos del alemán.
Lo enseña como un tesoro. "Alonso, Asturias, ji,ji,ji...". Es la protagonista de un grupo de adolescentes chinas que han entrado en el paddock, ella lleva la tapa de su móvil con piedrecitas de colores en los que se dibuja la cruz de Covadonga. Estamos en Shanghai, China, a casi 10.000 kilómetros de distancia de Oviedo, un lugar en el que cuando allí es de día aquí es de noche.
Pero ella y sus amigas, como aquella otra que lleva una peluca con la bandera de España y la camiseta de la Selección con el nombre de Xabi Alonso, porque lleva el apellido de Fernando, o los que agitaban las banderitas en la salida, eran felices ayer después de la carrera. Como tantos, los que madrugaron en el domingo de descanso. Alonso por fin, esta vez sí, ya hacía tiempo. Demasiado. Desde Alemania el año pasado, la patria del verdugo, ese niño bueno o malo, depende, que ayer recibió el viento de un huracán rojo. Alonso. Victoria. ¿Será un espejismo o el inicio de otra era, la que todos esperábamos? Veremos. Pero ayer Alonso fue el emperador rojo, el jefe. Otra vez.
Lewis Hamilton, Raikkonen, Vettel, no una vez, sino dos, Button... Fernando adelantó a todos sus iguales, a los otros cuatro campeones. Y lo hizo en la pista. Sin palabras. Hubo muchos, pero uno de los momentos de la carrera fue escuchar a su ingeniero de pista desde el muro. "No vayas tan deprisa", decía Andrea Stella, nervioso como hacía siglos, bailaba con su pie derecho mientras Alonso volaba en el asfalto de Shanghai. "No voy tan rápido", respondió con tranquilidad. Ganó con más de diez segundos de ventaja sobre Raikkonen y más de doce sobre Hamilton. Un podio de campeones en una carrera en la que Vettel fue cuarto y Button, quinto, los cinco campeones en las cinco primeras posiciones.
Veníamos avisando de que Alonso tenía opciones de victoria y que la estrella al fin disfruta de un Ferrari de verdad. Aunque hay un dato preocupante, Massa terminó sexto a más de cuarenta segundos de su compañero. ¿Cuál es la realidad? Hay opiniones y hechos.
Comenzó la carrera tercero, pero pronto se puso segundo e intentó meter el coche a Hamilton, que era primero. Por detrás llegaba Vettel como el monstruo de las galletas con sus neumáticos más duros amenazando posiciones. El asturiano entró a poner los medios en la vuelta siete. Ahí comenzó su carrera. Y la de nadie más. La lucha era con Hamilton y Kimi, pero también con Sebastian.
En la vuelta 21, Fernando, después de adelantar a Kimi, Hamilton, Bottas, Vergne, Di Resta, Pérez, Button, Vettel y Hulkenberg se pone líder. En la mayor parte de los casos, con ventaja de neumáticos.
La primera pasada sobre el tricampeón hizo sonreír a Fernando, lo hizo bajando la mano, estatuario cuando sólo había que pasear la muleta, parecía que sería en la recta con el famoso DRS, pero le sorprendió en plena curva y el asturiano emocionó a toda la afición española que esperaba este momento como un sueño.
A partir de ahí, el de Ferrari fue el amo y señor de la carrera; por detrás, Hamilton, Raikkonen, Vettel intentando que su estrategia de poner los blandos al final funcionara más allá de lo que lo hizo. El alemán terminó cuarto a la estela de Hamilton, que sufría con las gomas. Medalla de chocolate esta vez. Sigue primero Vettel en la general, por delante de Kimi y de este asturiano eterno, capaz de hacer cantar un himno sin letra a miles de chinos con banderas españolas y asturianas. Alonso vuelve a ser el jefe, el emperador rojo de la Fórmula 1. China rendida. Como ellas...
Fuente: as
Ganó con una tremenda superioridad. Raikkonen y Hamilton completaron el podio. Vettel fue cuarto y se mantiene líder. Alonso es tercero a nueve puntos del alemán.
Lo enseña como un tesoro. "Alonso, Asturias, ji,ji,ji...". Es la protagonista de un grupo de adolescentes chinas que han entrado en el paddock, ella lleva la tapa de su móvil con piedrecitas de colores en los que se dibuja la cruz de Covadonga. Estamos en Shanghai, China, a casi 10.000 kilómetros de distancia de Oviedo, un lugar en el que cuando allí es de día aquí es de noche.
Pero ella y sus amigas, como aquella otra que lleva una peluca con la bandera de España y la camiseta de la Selección con el nombre de Xabi Alonso, porque lleva el apellido de Fernando, o los que agitaban las banderitas en la salida, eran felices ayer después de la carrera. Como tantos, los que madrugaron en el domingo de descanso. Alonso por fin, esta vez sí, ya hacía tiempo. Demasiado. Desde Alemania el año pasado, la patria del verdugo, ese niño bueno o malo, depende, que ayer recibió el viento de un huracán rojo. Alonso. Victoria. ¿Será un espejismo o el inicio de otra era, la que todos esperábamos? Veremos. Pero ayer Alonso fue el emperador rojo, el jefe. Otra vez.
Lewis Hamilton, Raikkonen, Vettel, no una vez, sino dos, Button... Fernando adelantó a todos sus iguales, a los otros cuatro campeones. Y lo hizo en la pista. Sin palabras. Hubo muchos, pero uno de los momentos de la carrera fue escuchar a su ingeniero de pista desde el muro. "No vayas tan deprisa", decía Andrea Stella, nervioso como hacía siglos, bailaba con su pie derecho mientras Alonso volaba en el asfalto de Shanghai. "No voy tan rápido", respondió con tranquilidad. Ganó con más de diez segundos de ventaja sobre Raikkonen y más de doce sobre Hamilton. Un podio de campeones en una carrera en la que Vettel fue cuarto y Button, quinto, los cinco campeones en las cinco primeras posiciones.
Veníamos avisando de que Alonso tenía opciones de victoria y que la estrella al fin disfruta de un Ferrari de verdad. Aunque hay un dato preocupante, Massa terminó sexto a más de cuarenta segundos de su compañero. ¿Cuál es la realidad? Hay opiniones y hechos.
Comenzó la carrera tercero, pero pronto se puso segundo e intentó meter el coche a Hamilton, que era primero. Por detrás llegaba Vettel como el monstruo de las galletas con sus neumáticos más duros amenazando posiciones. El asturiano entró a poner los medios en la vuelta siete. Ahí comenzó su carrera. Y la de nadie más. La lucha era con Hamilton y Kimi, pero también con Sebastian.
En la vuelta 21, Fernando, después de adelantar a Kimi, Hamilton, Bottas, Vergne, Di Resta, Pérez, Button, Vettel y Hulkenberg se pone líder. En la mayor parte de los casos, con ventaja de neumáticos.
La primera pasada sobre el tricampeón hizo sonreír a Fernando, lo hizo bajando la mano, estatuario cuando sólo había que pasear la muleta, parecía que sería en la recta con el famoso DRS, pero le sorprendió en plena curva y el asturiano emocionó a toda la afición española que esperaba este momento como un sueño.
A partir de ahí, el de Ferrari fue el amo y señor de la carrera; por detrás, Hamilton, Raikkonen, Vettel intentando que su estrategia de poner los blandos al final funcionara más allá de lo que lo hizo. El alemán terminó cuarto a la estela de Hamilton, que sufría con las gomas. Medalla de chocolate esta vez. Sigue primero Vettel en la general, por delante de Kimi y de este asturiano eterno, capaz de hacer cantar un himno sin letra a miles de chinos con banderas españolas y asturianas. Alonso vuelve a ser el jefe, el emperador rojo de la Fórmula 1. China rendida. Como ellas...
Fuente: as