16-10-2014, 17:17
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 16-10-2014, 17:18 por German Sanchez.)
Cinco años de lucha impecable con un coche incapaz de ganar
Por resultados, el paso del asturiano por Ferrari no es el más rotundo de los fracasos, con tres subcampeonatos. Pero siempre debió remar contracorriente y no pudo ganar el título.
Al término de este curso en la Fórmula 1 (quedan tres Grandes Premios: Estados Unidos, Brasil y Abu Dhabi), el paso de Fernando Alonso en Ferrari tocará a su fin, como ha confirmado el ex presidente de la escudería italiana, Luca di Montezemolo. Cinco años llenos de luces, las menos, y sombras, las más, y que se traducen, en términos globales, en una importante decepción: el asturiano no logró ser campeón del mundo en ninguno de los cinco campeonatos que disputó con el bólido rojo, que prácticamente nunca estuvo en condiciones de competir con los otros vehículos, siempre los demás por encima en el apartado técnico.
2010: Llegada y amargo subcampeonato.
Tras una travesía por el desierto de tres años, uno en McLaren y otros dos en su retorno a Renault, en los que Alonso no pudo revalidar los dos campeonatos logrados en 2005 y 2006, le llegaba por fin la oportunidad de pilotar para la escudería más legendaria de la parrilla. Con el Ferrari más competitivo que ha tenido, el español acabó el año con un subcampeonato amargo por la forma en que se consumó: la cuestionable táctica del equipo en el GP de Abu Dhabi, el último y decisivo, le relegó al séptimo puesto, y el título fue para Sebastian Vettel, con 256 puntos. Alonso se quedó a las puertas, con 252, 108 más que su compañero de equipo, Felipe Massa. Con todo, fue un año de conclusiones positivas: ganó cinco carreras y estuvo en el podio nueve veces, augurando un futuro en el que podría pelear por todo que luego no fue tal.
2011: Imposible pelear con Red Bull.
Su segundo curso a borde de Ferrari fue un quiero y no puedo, mermado en sus resultados por un coche incapaz de competir con los poderosos Red Bull. Vettel fue una apisonadora: ganó 11 Grandes Premios, hizo podio en otros seis y acabó el año con 392 puntos, muy lejos de los 270 de Button, segundo clasificado. Alonso hubo de resignarse a luchar, en inferioridad de condiciones, por el subcampeonato, una batalla en la que también fracasó: finalizó cuarto con 257 puntos, uno menos que el tercero, Mark Webber. Firmó diez podios y sólo pudo ganar un Gran Premio, el de Gran Bretaña. Aun así, sus resultados en comparación con su compañero Massa daban fe de que el asturiano exprimía al máximo el potencial del Ferrari: hizo más del doble de puntos que el brasileño.
2012: La remontada inconclusa
Podría tratarse de su mejor campaña de rojo. Pese a seguir pilotando un vehículo inferior al de sus principales competidores, Alonso peleó hasta el final para finalizar el curso segundo en el Mundial, a sólo tres puntos de Vettel: 281 del alemán por 278 del español. Su remontada en el tramo final del Mundial fue memorable: tras las 12 primeras carreras, había ganado tres carreras y finalizado en el cajón en seis oportunidades, pero los mediocres resultados en las otras seis pruebas (tres quintos puestos, un séptimo, un noveno y una retirada) habían reducido sus opciones. En las ocho carreras finales, la regularidad fue su marca de identidad (salvo por su retirada en Japón): hizo podio en siete de ellas, tres segundos puestos y cuatro terceros. Pero coincidió con el mejor momento de Vettel en el año, que en ese mismo tramo ganó cuatro carreras e ingresó en el cajón en dos más. Por los pelos, pero la corona volvía a ser para el germano.
2013: Regreso al infierno
Las posibilidades de Alonso hasta el último momento de alzarse con el título en 2012 hacían esperar que Ferrari aprovechase el ‘momentum’ para recortar distancias a sus competidores y pelear así en igualdad. De nuevo fue subcampeón, la tercera ocasión en cuatro años, pero el título honorífico no pudo ser más engañoso: acabó con 242 puntos, 155 menos que Vettel, que rubricó su cuarto título consecutivo con 397 puntos. El teutón fue un mazo, no dio lugar a las dudas: venció en 13 Grandes Premios, incluidos los nueve últimos del calendario, e hizo podio en otras tres fechas. Alonso se quedó en apenas dos triunfos y nueve cajones en total.
2014: La catarsis y cambio de aires
Una vez más, la ilusión en Maranello era máxima en Ferrari de cara al nuevo campeonato del mundo. Y, una vez más, la decepción no tardó en llegar. El coche de este año no logra igualarse ni a Mercedes, ni a McLaren, ni a Red Bull, lo que ha llevado a Alonso a figurar, en este momento, en el sexto puesto de la tabla con 141 puntos tras 16 Grandes Premios. Hamilton (291) y Rosberg (274) ni siquiera se atisban en el horizonte. Las dimisiones primero de Domenicali, jefe de equipo, y más tarde de Montezemolo, presidente de la escudería, anunciaban una catarsis, el hundimiento definitivo de Ferrari para renacer de sus cenizas en un proyecto nuevo en el que ya no estará Alonso. Ahora, el asturiano deshoja la margarita, a la espera de los movimientos en parrilla: McLaren, Mercedes o año sabático
Fuente: http://motor.as.com/motor/2014/10/15/for...12818.html
Por resultados, el paso del asturiano por Ferrari no es el más rotundo de los fracasos, con tres subcampeonatos. Pero siempre debió remar contracorriente y no pudo ganar el título.
Al término de este curso en la Fórmula 1 (quedan tres Grandes Premios: Estados Unidos, Brasil y Abu Dhabi), el paso de Fernando Alonso en Ferrari tocará a su fin, como ha confirmado el ex presidente de la escudería italiana, Luca di Montezemolo. Cinco años llenos de luces, las menos, y sombras, las más, y que se traducen, en términos globales, en una importante decepción: el asturiano no logró ser campeón del mundo en ninguno de los cinco campeonatos que disputó con el bólido rojo, que prácticamente nunca estuvo en condiciones de competir con los otros vehículos, siempre los demás por encima en el apartado técnico.
2010: Llegada y amargo subcampeonato.
Tras una travesía por el desierto de tres años, uno en McLaren y otros dos en su retorno a Renault, en los que Alonso no pudo revalidar los dos campeonatos logrados en 2005 y 2006, le llegaba por fin la oportunidad de pilotar para la escudería más legendaria de la parrilla. Con el Ferrari más competitivo que ha tenido, el español acabó el año con un subcampeonato amargo por la forma en que se consumó: la cuestionable táctica del equipo en el GP de Abu Dhabi, el último y decisivo, le relegó al séptimo puesto, y el título fue para Sebastian Vettel, con 256 puntos. Alonso se quedó a las puertas, con 252, 108 más que su compañero de equipo, Felipe Massa. Con todo, fue un año de conclusiones positivas: ganó cinco carreras y estuvo en el podio nueve veces, augurando un futuro en el que podría pelear por todo que luego no fue tal.
2011: Imposible pelear con Red Bull.
Su segundo curso a borde de Ferrari fue un quiero y no puedo, mermado en sus resultados por un coche incapaz de competir con los poderosos Red Bull. Vettel fue una apisonadora: ganó 11 Grandes Premios, hizo podio en otros seis y acabó el año con 392 puntos, muy lejos de los 270 de Button, segundo clasificado. Alonso hubo de resignarse a luchar, en inferioridad de condiciones, por el subcampeonato, una batalla en la que también fracasó: finalizó cuarto con 257 puntos, uno menos que el tercero, Mark Webber. Firmó diez podios y sólo pudo ganar un Gran Premio, el de Gran Bretaña. Aun así, sus resultados en comparación con su compañero Massa daban fe de que el asturiano exprimía al máximo el potencial del Ferrari: hizo más del doble de puntos que el brasileño.
2012: La remontada inconclusa
Podría tratarse de su mejor campaña de rojo. Pese a seguir pilotando un vehículo inferior al de sus principales competidores, Alonso peleó hasta el final para finalizar el curso segundo en el Mundial, a sólo tres puntos de Vettel: 281 del alemán por 278 del español. Su remontada en el tramo final del Mundial fue memorable: tras las 12 primeras carreras, había ganado tres carreras y finalizado en el cajón en seis oportunidades, pero los mediocres resultados en las otras seis pruebas (tres quintos puestos, un séptimo, un noveno y una retirada) habían reducido sus opciones. En las ocho carreras finales, la regularidad fue su marca de identidad (salvo por su retirada en Japón): hizo podio en siete de ellas, tres segundos puestos y cuatro terceros. Pero coincidió con el mejor momento de Vettel en el año, que en ese mismo tramo ganó cuatro carreras e ingresó en el cajón en dos más. Por los pelos, pero la corona volvía a ser para el germano.
2013: Regreso al infierno
Las posibilidades de Alonso hasta el último momento de alzarse con el título en 2012 hacían esperar que Ferrari aprovechase el ‘momentum’ para recortar distancias a sus competidores y pelear así en igualdad. De nuevo fue subcampeón, la tercera ocasión en cuatro años, pero el título honorífico no pudo ser más engañoso: acabó con 242 puntos, 155 menos que Vettel, que rubricó su cuarto título consecutivo con 397 puntos. El teutón fue un mazo, no dio lugar a las dudas: venció en 13 Grandes Premios, incluidos los nueve últimos del calendario, e hizo podio en otras tres fechas. Alonso se quedó en apenas dos triunfos y nueve cajones en total.
2014: La catarsis y cambio de aires
Una vez más, la ilusión en Maranello era máxima en Ferrari de cara al nuevo campeonato del mundo. Y, una vez más, la decepción no tardó en llegar. El coche de este año no logra igualarse ni a Mercedes, ni a McLaren, ni a Red Bull, lo que ha llevado a Alonso a figurar, en este momento, en el sexto puesto de la tabla con 141 puntos tras 16 Grandes Premios. Hamilton (291) y Rosberg (274) ni siquiera se atisban en el horizonte. Las dimisiones primero de Domenicali, jefe de equipo, y más tarde de Montezemolo, presidente de la escudería, anunciaban una catarsis, el hundimiento definitivo de Ferrari para renacer de sus cenizas en un proyecto nuevo en el que ya no estará Alonso. Ahora, el asturiano deshoja la margarita, a la espera de los movimientos en parrilla: McLaren, Mercedes o año sabático
Fuente: http://motor.as.com/motor/2014/10/15/for...12818.html
Siempre con Fernando, año tras año.
Un imbécil que lee mucho no reduce un ápice su imbecilidad. Si acaso, se convierte en un imbécil leído.