Aquaplaning
Sofocos malayos en Ferrari
07 ABR 2011 11:15
En un chispazo, de la flama desértica al chaparrón de jungla. Tiembla el pladur de la caseta de Ferrari cuando pega el trallazo la nube y hasta el asturiano imperturbable mira hacia el techo dudando sobre su resistencia. 'Uff, la que está cayendo'. Ya te digo amigo, el tormentón de las cuatro de la tarde, un clásico en Sepang. No falla a esta hora, por cierto, la misma a la que debería empezar la carrera del domingo. Bernie y sus cosas, el riesgo le pone y no le importa, parece, tener que suspender como en 2009, cuando Raikkonen cambió el volante por un corneto de nata.
La tienda es sacudida mientras Alonso luce moreno de koalas, playita y relax en la barrera de coral australiana. Habla de coches y de fútbol, del empacho de clásicos, de su optimismo blanco, de las ocasiones del Shakhtar...
También le llovió en sus días de descanso y tuvo que adelantar la llegada a Malasia para estirar la previa de un gran premio desagradable, no sólo por el agua, sino por la pinta que tiene para sus intereses. Mala. Dura carrera, amenazada por el tifón y por los Red Bull, que empezaron el curso marcando tipazo.
En Ferrari resoplan porque en 10 días y con la Fórmula 1 flotando por el sudeste asiático poco se puede arreglar en ese monoplaza que compareció cojo el sábado y con cierta mejoría de color el domingo de Albert Park. No hay tiempo para retoques de alerones ni para piezas agresivas, aunque como recuerda el español en la fábrica roja 'se trabaja 24 horas, en tres turnos, sin descanso, ganando o perdiendo'. Hay lo que hay, es decir, tocar a rebato de nuevo como el sol luzca en Sepang y Vettel agarre la bandera de líder en la pole. Si acaso, reglar la montura de una mera distinta, un toque aquí, un pellizco allá. Y lo de siempre, sudor y
testosterona alonsiana para mantener el tipo.
La fórmula la conoce bien, porque de ella tiró para llegar a la última orilla del pasado año. Hasta regresar a Europa y con dos pistas de playstation como la malaya y la de la próxima semana en Shanghai, sólo le queda remar y esperar que Europa traiga un paquete de mejoras extraordinarias que le permitan plantar cara a las balas azules con algo más que coraje y un monoplaza de ocho. Requiere una máquina al menos medio punto mejor.
'Hay que mejorar. No fuimos suficientemente rápidos en Australia', ha dicho en su rueda de prensa del jueves. Resignación hasta que en Maranello den con la fórmula de la cocacola de hacer coches realmente ganadores. Una pena que la hayan traspapelado.
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