Hace solo tres años, Fernando Alonso no tenía ganas de eternizar su carrera profesional y llevarla por encima de los 30 años. "No me veo pilotando a los 36 como Michael Schumacher", dijo en más de una ocasión. Sin embargo, ayer firmó la ampliación de su contrato con Ferrari hasta el final de 2016, cuando tendrá 35 años, y abrió la puerta a una hipotética renovación entonces que, probablemente, le permitiría seguir hasta los 37. Un ciclo larguísimo para un piloto que, tras ganar sus dos títulos mundiales en 2005 y 2006, pensaba que ya lo había hecho todo en la fórmula 1.
Su padre, José Luis, se lo repitió más de una vez cuando Alonso le hablaba de dejar pronto la F-1. "Aún te falta estar en Ferrari, ya que la gente te recordará como piloto de la escudería de Maranello". Fernando se reía. Pero, cuando en 2010 pisó por primera vez los cuarteles de Ferrari, comprendió la dimensión global que tenía todo aquello. Ferrari es mucho más que una escudería. Es una parte de la esencia de la F-1, más incluso que el eterno Bernie Ecclestone, que la dirige con mano de hierro y la ha transformado en un gran negocio.
Gane o pierda, Ferrari sigue levantando pasiones en todos los circuitos y cautivando a miles de seguidores en todas partes. Y esa magnitud se fundamenta no solo en los éxitos, sino básicamente en los símbolos de una marca que engloba una forma de entender la vida, de generar proximidad, de trabajar para mantenerse siempre en la primera línea competitiva. Todo eso es lo que ha cambiado la mentalidad de Alonso y le ha convencido de que está en el mejor equipo. Se siente a gusto porque, contrariamente a lo que ocurría en McLaren, los ingenieros hablan, chillan, se sientan a tomar un café y dicen las cosas por su nombre. Son latinos. Y Alonso es como ellos. Tal vez por eso le ha sido tan fácil despertar pasiones entre los tifosi y conseguir la admiración y el reconocimiento de toda la fábrica: desde Montezemolo hasta el último mecánico.
Sin embargo, toda esta admiración mutua no entusiasmaría a ninguna de las dos partes si no fuera acompañada de algún título. El año pasado, Alonso lo rozó en Abu Dabi, proporcionando a Ferrari un protagonismo que por las prestaciones del monoplaza no se merecía. Esta temporada las cosas no parecen marchar mucho mejor. Ferrari sigue por detrás de Red Bull. Pero hay una premisa que el ovetense pregona: "Yendo muy mal, con Ferrari acabas segundo". Y es cierto. Tal vez no parta con el mejor coche, pero La Scuderia es siempre competitiva y tiene el dinero suficiente para mejorarlo y convertirlo en el mejor.
La escritora Susanna Tamaro describió en su novela Donde el corazón te lleve las reflexiones de una abuela que aconseja a su nieta que no pierda el tiempo en cosas secundarias ni se deje atar por su pasado familiar y que sean sus sentimientos más íntimos los que marquen su camino. Alonso se liberó de sus ataduras con Renault y con Flavio Briatore, se olvidó del año más conflictivo de su carrera en McLaren y dejó que su ilusión le llevara hasta Ferrari. Y en Maranello ha recuperado la estabilidad, ha descubierto que todavía siente pasión por su profesión y que no hay mejor lugar que ese al que le ha llevado su corazón para despedirse de la fórmula 1.
http://www.elpais.com/articulo/deportes/...idep_2/Tes
ALONSO ES LA DESCRIPCIÓN DEL PILOTO PERFECTO.
Allí dónde el amor venza al miedo, solo allí nos encontraremos.