UNO DE LOS CIRCUITOS MÁS PELIGROSOS
Gp de Austria 1982: cuando la última vuelta se convirtió en una orgía de velocidad
Elio de Angelis, en una imagen de archivo (Cordon Press)
Gilles Villeneuve y Ricardo Paletti habían fallecido en los dos últimos meses. Ferrari iba camino del título en 1982, pero también perdió a Didier Pironi en Alemania. La Fórmula 1 llegaba tocada al Gran Premio de Austria de 1982, celebrado en Osterreichring, uno de los circuitos más peligrosos del calendario. Poco o nada se parece el actual trazado de la próxima carrera al de aquella temporada.
‘Tronchadas' hoy sus zonas más rápidas para mejorar la seguridad y capear la oposición social de la zona, una sucesión de curvas increíblemente rápidas recorrían los toboganes naturales que dibujaban la orografía del terreno. Solo en la ‘Bosch Kurve’, por ejemplo, se entraba por encima de los 310 km/h. Aquel 'Spa Francorchamps alpino' era una pista de velocidad terrorífica en la que dos pilotos todavía vírgenes de su primera victoria luchaban frenéticamente por ella en uno de los finales más apasionantes de la historia de este deporte.
"Coches pintados al suelo", y con motores turbo
En escenario tan electrizante, además, aquellos monoplazas eran succionados al suelo por la tecnología de paso por curva más demoledora conocida hasta el momento: la configuración ‘wing car’, que recreaba el ala de un avión de forma invertida en la parte inferior de los pontones laterales. Bloqueado el lateral del monoplaza con unas faldillas móviles en contacto con el suelo, el aire creaba un extraordinario ‘efecto ventosa’. “Hey man, is like painted on the road”, (‘como si estuviera pintado en el suelo’) fue la famosa frase de Andretti que describía a la perfección el efecto ‘wing car’. El circuito austríaco era una orgía para aquellos monoplazas.
Por no era suficiente, Renault, Ferrari, BMW y Toleman contaban con motores turboalimentados cercanos a los 600 cv, cien más que los atmosféricos del resto de los equipos. Situado el trazado a mayor altura sobre el nivel del mar que el resto de las pistas, la tecnología turbo machacaba a los equipos dotados con Cosworth atmosféricos. El cóctel para sentir el la velocidad en Osterreiching era, pues, explosivo.
La fiabilidad, como la guadaña de la 'Parca'
Aquel 15 de agosto puso a Elio de Angelis y Keke Rosberg (padre de Nico) bajo el mismo destino. El primero corría para Lotus, equipo que no ganaba desde 1978. El segundo, vivía su primera temporada con Williams. Ambos contaban con motores atmosféricos a sus espaldas. Rosberg fue el mejor de aquellos en la parrilla de salida, quinto, pero a dos segundos y medio del Brabham BMW turbo de Nelson Piquet. Como ir en bicicleta en comparación, vamos.
Pero la fiabilidad en aquella época era una suerte de guadaña de la 'Parca'. Aquel día, poco a poco y uno tras otro, los monoplazas ‘turbo’ fueron pasando por el humilladero. Y llegó la inesperada oportunidad, la hora de la verdad para ambos pilotos.
0.05 segundos...
Alain Prost dominaba a placer con su Renault. Pero, a cuatro vueltas del final, se retiró con su monoplaza amarillo rezumando fuego por la parte inferior. De Angelis se quedó primero. Rosberg olió la sangre y se lanzó a por el italiano. Al comenzar la última vuelta, solo 1.6 segundos les separaban. Pegado a la caja de cambios del Lotus, el finlandés amartilló la pistola para disparar. La sensación de velocidad en los toboganes de asfalto era apabullante. Para colmo, pendiente del indicador de la temperatura, el italiano falló un cambio y perdió unas décimas preciosas.
La línea de meta estaba cerca de la salida de la última curva. Rosberg tenía que adelantar antes. De Angelis se movía por todos lados para romper el rebufo al Williams. La presión era brutal. Parecía que el Lotus iba a salir disparado por los prados del Osterreichring en cualquier momento. De Angelis llegó ligeramente abierto a la Jochen Rindt Kurve, perdiendo algo de velocidad. Al salir de la última curva hacia la meta, Rosberg intentó un último amago de rebufo y luego se metió por el interior, De Angelis pisó a fondo y… Solo 0.05 segundos les separaron bajo la bandera a cuadros. Hoy, es la tercera victoria con menor margen de la historia de la Fórmula 1.
La última vez que Chapman lanzó su gorra al aire
Colin Chapman saltó a la pista y lanzó su gorra al aire cuando su piloto pasó por la meta, su costumbre cada vez que ganaba uno de sus monoplazas. Fue la última vez en su vida porque al final de año falleció por un infarto. De Angelis, lo haría con el casco, mono y botines puestos en una infame jornada de entrenamientos privados en Paul Ricard, en 1986.
En aquella temporada hubo once ganadores diferentes, dieciocho pilotos distintos subieron al podio, y Keke Rosberg ganó el título en la última carrera de la temporada, con solo una victoria en su haber. “Quienes más admiraba eran Lauda y Rosberg”, diría después De Angelis de su rival aquel día, “Keke comparte mi visión romántica de las carreras, es alguien que además, sabe cómo disfrutar de la vida, fuma, se acuesta tarde y bebe si así lo siente…” Cuando terminó el campeonato, Elio De Angelis y Keke Rosberg se fueron de vacaciones a Palo Alto. A celebrarlo juntos…
Seguro que su hijo Nico, uno de los dos candidatos al título en 2014, pensará que, efectivamente, aquellos eran otros tiempos.
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